“Entonces María dijo: «Aquí tienes a la sierva
del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra».
Y el ángel se fue de su presencia.“
Lucas 1:38 NBLA
A menudo llegan días en los que comenzamos a vivir en
automático, días en los que con el paso del tiempo llegamos a perder el
enfoque. Vivir de esta manera puede significar muchas veces “sobrevivir”,
incluso podría decirse que vivir en ese estado no es realmente vivir.
Muchas veces llegamos a vivir en automático hasta que
enfrentamos alguna situación que se sale de la rutina o cuando nuestras
emociones nos piden un poco de atención para sentirlas. Vivir enfocados es
difícil; en lo personal puedo decir que una de las cosas que me resulta más
difícil como hija de Dios es guardar mi corazón, cumplir ese mandato que solo
yo puedo hacer por mí y para mí y que no debo dejar en las manos de nadie más.
No podríamos hablar por María, pero podríamos preguntarnos:
¿cómo era su manera de vivir antes de recibir la noticia de que sería la madre
de nuestro Salvador? Seguramente era una joven muy entregada a Dios, la Biblia
no nos dice mucho sobre su vida antes de recibir ese llamado. Sin embargo, su
respuesta y disposición ante Dios nos dice mucho de su corazón y la manera en
la que ella guardaba de él.
Podemos conocer mucho a una persona con base en sus
reacciones y por la manera como enfrenta dificultades o momentos para los que
no está preparada. Es por esto que, a pesar de que la Biblia no profundiza
sobre la niñez o la vida de María, la respuesta que le da al ángel (que es el
versículo inicial de este artículo) nos revela mucho sobre su corazón.
María estaba recibiendo una noticia que le cambiaría
la vida y que incluso podría ponerla en riesgo, puesto que aún no estaba casada,
lo cual podría generar que José rompiera su compromiso con ella; se arriesgaba
también a que las personas hablaran mal de ella y la castigaran. La respuesta
de María demuestra su entrega incondicional a Dios y, no solo eso, sino que
demostraba que ella reconocía el verdadero significado de la vida. La vida no
se trata de servirnos a nosotros mismos, ni de servir a otros, sino de estar
dispuestos a seguir la voluntad de Dios, porque Su voluntad es buena, agradable
y perfecta.
Hoy es un buen día para recordar el verdadero
significado de la vida, para recordar que sin importar qué tan grandes sean las
pruebas o adversidades que atravesamos, tenemos a un Dios más grande que nos
acompaña y nos da la victoria en cada una de ellas.
Estamos en una temporada especial y a pesar de que
culturalmente sea linda por la decoración, los regalos y otras cosas, vale la
pena recordar que la vida de Jesús es el verdadero motivo para celebrar; Su
vida es un regalo que cada día podemos festejar. El nacimiento de Jesús fue el
inicio de Su propósito, del plan perfecto que Dios decidió para darnos acceso a
una victoria eterna. Jesús es el regalo
que como hijas tenemos y debemos recordar cada día para que cada día vivamos de
una manera sobrenatural.