La inseguridad ciudadana es un grave problema. Según un reporte del Instituto Real Elcano del año 2024, América Latina atraviesa un periodo de aumento de la inseguridad donde un 76 % de la población encuestada confirma la sensación de inseguridad . A pesar de esto, la inseguridad espiritual representa un problema mucho más agravado, como lo expresó Jesús en Mateo 10:28: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.
No tener seguridad respecto a dónde pasaremos la eternidad, se convierte en un factor de incertidumbre que puede debilitar nuestra fe y perturbar nuestra paz. La falta de conocimiento sobre los términos sobre los que se efectuó nuestra salvación, así como los beneficios y privilegios acrecientan esta inseguridad. Por el contrario, profundizar en el conocimiento de nuestra Salvación en Cristo fortalece nuestra fe y aquieta el corazón con gozo y paz.
Alrededor del 56 – 61 d.C. Aproximadamente, Mientras Pablo se encontraba encarcelado esperando comparecer ante el César, con el riesgo de perder su vida, escribió un conjunto de cuatro cartas, llamadas las epístolas de la prisión, ya que en cada una menciona sus cadenas, entre ellas se encuentra la epístola a los Efesios.
En esta carta el Apóstol se propone recordarles a sus lectores (no sólo los miembros de la iglesia de Éfeso, sino probablemente al resto de las iglesias de Asia), las sobreabundantes bendiciones que los creyentes gozan en Jesucristo y la manera digna y agradecida que deben vivir habiendo recibido la Salvación. Pablo les deja saber que ellos son su motivo de oración específica para que su entendimiento sea iluminado y su comprensión abierta de manera que tengan un mayor conocimiento de Dios, del Señor Jesucristo y la esperanza recibida (Ef. 1:17-19).
En función de esta motivación, dedica los primeros tres capítulos para desarrollar la ortodoxia, es decir, la enseñanza teológica del evangelio y luego, enfoca los capítulos cuatro al seis en la ortopraxis, la forma en que el evangelio tiene una aplicación correcta en la vida del creyente.
El capítulo uno expone el plan que Dios ha llevado a cabo desde el principio de la historia hasta el final de ella para efectuar su propósito redentor. Conocer en profundidad el plan redentor de Dios a través de Cristo, es lo que nos proporciona una seguridad completa.
En el pasado (Ef. 1:3-6), Dios nos escogió con el propósito específico de hacernos santos y sin mancha, se ocupó de trazar un plan de redención para hacernos hijos Suyos para Su propia alabanza.
En el presente (Ef. 1:6-10), ejecuta Su plan por medio de Cristo, aceptándonos en Él, perdonando nuestros pecados, revelándonos Su voluntad y llenándonos de toda sabiduría e inteligencia para comprender este misterio.
En el futuro (Ef. 1:12-14), Nos ha reservado una herencia de la que ya gozamos anticipadamente, nos ha otorgado Su Espíritu Santo como garantía de la herencia que recibiremos en gloria y Cristo mismo nos presentará delante del Padre para disfrutar de una comunión ininterrumpida por la eternidad.
Dios desea que comprendamos que Su obra de redención es completa desde el principio hasta el final, la inseguridad física no representa un problema para una Salvación que es completa, eficaz e imposible de arrebatar. No hay mayor seguridad que esta.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Juan 10:27-28 RVR60