¿Qué
esperamos en Cristo? Sí Su salvación, sí que nos sane, sí que obre en nuestras
vidas, sí a muchas cosas, pero hay algo mucho más que los hijos de Dios
esperamos y anhelamos: Su venida. Lo esperamos a Él y es muy necesario que
compartamos esta verdad.
“Fija
tus ojos en Cristo, tan lleno de gracia y amor. Y lo terrenal sin valor será a
la luz del glorioso Señor”. No sé si alguna vez escuchaste
este himno, su melodía es muy hermosa y la letra nos invita a entender que es
mejor seguirlo a Él, que a todo lo que este mundo ofrece. A la práctica puede
ser difícil, porque al hacerlo renunciamos a este mundo y declaramos que
pertenecemos al Reino de los cielos.
Seguir
a Cristo incluye una espera y esperar no es tan fácil. Puede entrar la
desesperación o angustia, más cuando no sabemos con certeza qué estamos esperando,
¿te ha pasado? Podemos esperar a que Dios nos sane de una enfermedad sabiendo
que tiene el suficiente poder para hacerlo, pero nuestra esperanza no se fija
en las cosas de esta tierra, sino en el gozo de Su venida. Durante este tiempo no
se trata de acomodarnos y atesorar cosas en esta vida, manteniendo una espera
pasiva; el hecho de Su venida nos lleva a esperar de manera diferente.
Mas
nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al
Señor Jesucristo;
Filipenses
3:20
Simeón
fue un hombre que hasta una edad avanzada vio cumplida la promesa de que vería
al Salvador en Su primera venida. Dice la Biblia que era un hombre justo y
piadoso, que esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba
sobre él (Lucas 2:25).
Al
Jesús nacer, lo llevaron al templo y al tenerlo en brazos, supo de inmediato
que la espera había terminado:
Ahora,
Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra;
porque
han visto mis ojos tu salvación.
Lucas
2:29
Se
puede resaltar de Simeón las características de piedad, de saber esperar y
tener claridad de qué esperar, además el Espíritu Santo estaba en Él.
Nosotros
tenemos la promesa de Su segunda venida ¡El Mesías prometido volverá! ¡Es real!
En Su Palabra tenemos la guía para esa espera activa: la piedad, amando y
guardando Sus mandamientos, viviendo conforme a Su Reino; saber que esperamos
al Señor y Su manifestación a Sus hijos; y reconocer que no estamos solos, que
Su Espíritu Santo está con nosotros para darnos poder de permanecer en medio de
todo.
El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama;
y
el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
Juan
14:21
Esta
espera debe ser activa porque tenemos la comisión de ir con quienes aún sus
ojos están velados por el pecado y están presos en la cárcel porque moran en
tinieblas (Isaías 42:6-7), aquellos quienes aún no conocen que hay
salvación en Cristo Jesús. Esta espera de Su venida es activa, porque el poder
de Su Espíritu está con nosotros y tenemos la promesa que Él nos sostendrá.
Y
así como Simeón, no desmayemos, no nos desesperemos porque Su promesa se
cumplirá:
Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir
vuestro Señor.
Por tanto, también vosotros estad preparados;
porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no
pensáis.
Mateo 24: 42,44


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