¿Quién es Dios?
Los fundamentos son importantes para nuestra vida. El fundamento más
importante de nuestra fe cristiana es la existencia de Dios. No es un secreto
que muchos debates entre creyentes y ateos se hayan generado en torno al tema ¿existe
Dios? Muchos ateos postulan la falta de evidencia científica, el problema de la
existencia del mal, la teoría evolucionista, entre otros, como argumentos que
respaldan la inexistencia de Dios.
Sin embargo, ¿qué nos dice la Biblia acerca de la existencia de Dios? En
primer lugar, en Romanos 1:18-25 Pablo está desarrollando las razones por las
cuales el hombre es culpable de pecado delante de Dios. Él afirma la existencia
de Dios como algo evidente entre los seres humanos, pero rechazado por ellos. En
su rechazo a Dios, el hombre se convierte en un ser necio con un razonamiento
entenebrecido que, como dice Salmos 14:1-3 profesa que “no hay Dios”;
para el necio no hay Dios, no porque no exista, sino porque rechaza lo
evidente.
En segundo lugar, la Biblia muestra la evidencia que Dios nos ha dejado
de Su propia existencia. El argumento de la creación (Gn.1; Prov.
8:22-31; Sal. 19:1) nos muestra la creación de todas las cosas por la voluntad
y designio de Dios. El argumento de la conciencia moral (Ro. 2:14-16;
Gn. 3:7-11; Ro. 9:1; Tito 1:15) expresa que Dios ha colocado en el interior de
cada ser humano una conciencia como un testigo interno que desarrolla un
sentido del bien y del mal y que antes o después de ejecutar una acción, nos
juzga de acuerdo con este sentido interno de moralidad[i].
El argumento de la Palabra de Dios escrita y revelada (He. 4:12; Sal.
19:7-10; 2 Ped. 1:19-21; 2 Tim. 3:16-17) explica que Dios ha expresado Sus propias
palabras utilizando a cientos de personas a lo largo de la historia para
transmitirnos Su mensaje acerca de quién es Él, quiénes somos nosotros y cómo
Él resolvió el problema de nuestro pecado en Su Hijo.
Cuando profundizamos sobre cada uno de estos argumentos, nos sumergimos
en conocer a Dios y comprender Su naturaleza. Dios es Santo (Is. 6:1-5;
Ap. 4:8; Sal. 77:13; Sal. 15:1-5), en Él no hay mancha alguna de perversión o
maldad. Si Dios tuviera una gota de pecado, no sería Dios. Su santidad nos
demanda acercarnos a Él perfectamente limpios. Dios es Justo (Job 8:3;
Sal.9:8; Ro.3:21-26) Las palabras y acciones de Dios en todo el universo son
siempre en la perfecta medida de lo que corresponde. Sólo Él tiene la capacidad
de juzgar las acciones y motivaciones de los hombres porque está perfectamente
libre de injusticia, es por ello que Su justicia demanda nuestra muerte
inminente. Pero, ¡Dios también es Amor! (Ro. 3:23; Ro. 8:37-39; Jer.
31:3). Es el amor de Dios el que permite que no seamos consumidos por Su justicia
y santidad, sino que podamos ser perdonados y acercados a Él justificados y
santificados por medio de Cristo.
Toda esta exposición tiene una aplicación práctica para nosotros. Tanto
si nos oponemos o defendemos la existencia de Dios, necesitamos el componente
de la fe. La diferencia es que la fe que reconoce a Dios y Su naturaleza de justicia,
santidad y amor, lo agrada; pero la que no, lo desagrada y aleja de Su
presencia. Así que, ¿qué tipo de fe tienes tú? ¿crees en el Dios cuya naturaleza
revela la Biblia? o ¿crees en un dios a tu medida?
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan. Hebreos 11:6


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