‘’Si no
viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré’’.
Juan 20:25
En el versículo 25 de Juan capítulo 20, vemos la reacción de Tomás ante una noticia de locos, una noticia imposible de creer… ¿Jesús había resucitado? ¡No podía ser posible! No podía suceder esto, “no hasta que yo vea, no hasta que yo sienta”
Si YO no veo, si YO no meto, si YO no escucho....
Tomás está dispuesto a creer, PERO bajo ciertas condiciones. Queremos que las cosas se hagan bajo nuestras reglas, nuestras condiciones y nuestros gustos. Él impone sus reglas, oír acerca de la resurrección no era suficiente para Tomás. Tomás ya ha oído demasiado. Tomás desea ver. También desea sentir, desea ver las señales de clavos y meter su dedo.
Nosotras también estamos dispuestas a creer, pero bajo nuestras condiciones. Creemos más en nuestra autosuficiencia que en el hecho de que Dios va a poder hacer Su obra a través de Su Hijo. Si entendiéramos la Gracia mantendríamos una actitud humilde ‘’Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y Su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí.’’ 1ª Corintios 15.10
Ahí no termina nuestra historia… ¿Qué hace Dios con esas condiciones que revelan nuestro orgullo e incredulidad?
‘’Luego
dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en
mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.’’
Juan 20: 27
Con un espíritu de amable condescendencia y tolerancia, Jesús amonestó a Su discípulo incrédulo. A las condiciones que Tomás había puesto, Jesús disciplinó con amor; con paciencia le dio órdenes de que hiciera cada una de las cosas que ayudarían a que él creyese.
¿Se acuerdan de una de las afirmaciones de Tomás? ‘’No creeré’’ ¿Y que respondió Jesús a eso? ‘’No seas incrédulo sino creyente’’
Una vez más nuestro Salvador derramando Su Gracia. Tomás no merecía, ninguna de nosotras merece que Jesús nos discipline, que tome Su tiempo para enseñarnos. Pero Él lo hizo con Tomás y lo seguirá haciendo con nosotras.
El trato amoroso que Tomás recibió hizo brotar de sus labios la gloriosa afirmación ‘¡¡Señor mío, y Dios mío!!’’ (Juan 20:28). La actitud de alguien que antes estaba tratando de señorear sobre El Señor llama ahora a Jesús, Tomás se volvió sumiso, ya no quiere mandar, solo le queda creer.
Espero que entiendas la Gracia que Jesús extiende hacia nosotras, mi anhelo es que puedas entender que nunca nuestras condiciones son mejores que las de Dios. Porque Jesús complace las exigencias de Tomás, pero le deja con este sin sabor de ‘’Bienaventurados los que no vieron, y creyeron’’ (Juan 20:29).
Busca hoy ser una bienaventurada creyendo las promesas que nuestro Señor nos dejó en la Biblia, cree y pide al Señor que aumente tu fe. ‘’Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios’’ (Romanos 1.17).
Empieza
esta semana entregando tu incredulidad a Aquel quién es dador de la fe,
Jesucristo.
0 Comments