Marcos 14:61-62
En
algún momento de nuestra vida hemos tomado decisiones difíciles o dolorosas que,
a pesar de serlo, sabemos que traerán algo positivo en el futuro: un cambio de
trabajo o de escuela, una ruptura sentimental, alejamiento de ciertas amistades
y muchas otras decisiones que, en su momento, pueden ser realmente duras y
difíciles, pero que traen a nuestras vidas algo bueno y mejor. Sin embargo, en
muchas otras ocasiones, por temor o por no querer hacer daño, o simplemente por
agradar a los demás, callamos y dejamos pasar ciertas situaciones sin hacer
nada, cuando lo mejor habría sido actuar.
Jesús
había sido traicionado y arrestado, se encontraba en un juicio ante los
miembros del Sanedrín, quienes lo acusaban y buscaban testimonio en su contra,
pero no lo hallaban (Marcos 14:55). Incluso
aquellos hombres habían salido a buscar a algunos que estuvieran dispuestos a
testificar en contra de Jesús; pero no los encontraron, porque era realmente
imposible que existiera algún testimonio verídico en contra de Él. Solo había
una acusación… “Mas Él callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo
sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo
soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con
las nubes del cielo.” Continuar callado ante esta pregunta habría
mantenido a salvo al Señor Jesucristo, no haber respondido sobre Quién
realmente era; pero Jesús rompió el silencio y dijo: “Yo Soy”.
Jesús
sufrió pacientemente, acusación tras acusación, hasta que por fin abrió la boca
y dijo “Yo Soy”, Yo soy el Mesías, Yo soy Aquel que había sido anunciado por
los profetas, Yo soy el Hijo de Dios, Yo soy el inmutable, el que habló con
Moisés. El Señor sabía que Su respuesta facilitaba Su condena, pero muy consciente
del propósito por el que había venido a este mundo, anunció además que volvería
con poder para juzgar al mundo y establecer de forma definitiva Su reino. Sí,
porque llegará el día en que los papeles de aquel juicio se invertirán y todo
el Sanedrín será juzgado por el Juez Supremo.
El
Señor Jesús no fue juzgado por lo que enseñaba, fue condenado por lo que Él
era: “¿Eres tú el Cristo, el hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo soy”. Esa
escena nos enseña que no se trata de un montón de reglas o creencias que
almacenamos en nuestra cabeza y que luego olvidamos, no se trata de una lista
de buenas conductas. Se trata de nuestra relación diaria con el Señor Jesús, se
trata de Él, nuestro Señor y Salvador.
- Jesús tuvo que ser juzgado para que nosotras siendo culpables seamos absueltas en el tribunal de Cristo.
- La vergüenza, la humillación que tú y yo merecíamos, Jesús decidió llevarlas sobre Sí.
- El más Grande se hizo Siervo de todos, para que pecadores podamos ser salvos por Su gracia.
- Jesús nos dejó ejemplo, ejemplo para que sigamos Sus pisadas.
1 Pedro 2:23
Querida
amiga ¿en qué grupo nos encontramos hoy? ¿en el grupo de quienes escupieron a Jesús
en el rostro o en el grupo de aquellos que están a Sus pies reconociendo que Él
es el Rey de reyes?
Amada,
decide hoy entregarle tu vida a Jesús, esa es la mejor decisión.
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