Mas a todos los que le recibieron, a
los que creen en Su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios.
Juan 1:12
Ser hijo de Dios es la mayor bendición que el hombre puede tener, ninguna persona en este mundo puede tener un mejor derecho que este. Un derecho que nos fue dado no porque lo merezcamos, sino por gracia, mediante la redención que hay en Cristo Jesús.
La palabra "recibieron" alude a creer en Su nombre, a recibirlo como Hijo de Dios, el Mesías prometido, el Salvador y Redentor; a recibir gracia de Su plenitud y todas las bendiciones espirituales que vienen en Él.
Ser hijo de
Dios es la mayor honra que el hombre puede recibir después de que el
pecado
deshonrara su corazón; haciéndolo inmerecido de la gloria de Dios.
Todos somos criaturas de Dios, pues fuimos creados por Él, mas no todos pueden ser hijos de Dios. Ser hijo de Dios es un regalo sobrenatural en el que actúa la Divina Trinidad. No es un acontecimiento común y vano, ser alcanzado por la gracia de Dios para salvación es un hecho único y eterno y solo es a través de Cristo.
Los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne,
ni
de voluntad de varón, sino de Dios.
Juan
1:13
El Padre predestinó a los hombres para esta adopción, asegurando esta bendición en el Pacto de Su gracia.
En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de
la gloria de su gracia,
con la cual nos hizo aceptos en el Amado.
Efesios 1:5-6
Jesús abrió el camino de la recepción de esa
adopción con Su obra redentora en la cruz, otorgando el poder de convertirse en
hijo de Dios a todo aquel que en Él cree.
En quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia.
Efesios 1:7
El Espíritu Santo aplica esta bendición al
hombre, dando testimonio al creyente de su legitimidad como hijo de Dios.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad,
el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida,
para alabanza de su gloria.
Efesios 1:13-14
Ser hijo de Dios es un privilegio, privilegio que es inmerecido, distinguido y especial. No solamente salva al creyente de la condenación eterna, sino que también lo ha sentado en lugares celestiales.
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracias sois salvos), y
juntamente con él nos resucitó,
y asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús.
Efesios 2:4-6
Bella, quiero preguntarte: ¿eres una hija de Dios? Si lo eres, ¡qué gusto! Ambas somos parte de la mejor familia, la familia de Dios. Si aún no eres hija Suya, hoy puedes serlo, recibe a Cristo Jesús en tu corazón como Salvador y Señor de tu vida, arrepiéntete de tu pecado y conviértete a Él; cree en Él y serás bendecida espiritualmente. Tendrás la mayor honra que el ser humano puede tener
Cuando
veas el día oscuro recuerda Quién es tu Padre e ilumina tu rostro con una
sonrisa,
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