Estamos entrando a la temporada favorita para muchos. Si te encuentras en el norte o en el centro de América, o de pronto en Europa, esto significa frío: suéteres de lana, tazas de chocolate caliente, fuego en la chimenea y la preparación para la Navidad. (Si te encuentras en América del Sur, me encantaría que me comentes cómo te preparas para esta época).
Cuando digo la palabra Navidad, ¿qué es lo
primero que se te viene a la mente? ¿la cena, el árbol, los adornos, maratón de
tus películas favoritas, la música, descanso o tal vez regalos? Y es que es la
temporada en la que, por lo general, se acostumbra a dar y recibir, lo cual nos
hace pensar ¿qué voy a regalar o qué quiero recibir?
Existe una alta probabilidad de que muchos de
nosotros, cuando éramos niños, creábamos una lista de los posibles regalos que
queríamos recibir la mañana de Navidad, tal vez la comentábamos o la entregábamos
a nuestros papás (si me dicen que no, sería difícil de creer para mí, porque lo
veo como algo natural de niños). Hoy, como jóvenes, es también probable que esa
lista la tengamos en nuestra mente y que, si en dado caso alguien nos pregunta qué
queremos o nos obsequia dinero, vamos y elegimos algo de esa lista. Esta suele
estar basada en cosas que necesitamos o en algo que nos gustaría tener en
nuestra vida.
En Filipenses 4:10-20 nos encontramos con una
carta que Pablo escribió a la iglesia de Filipos agradeciendo sus ofrendas,
pero algo que me encanta de esta carta es el versículo 11, el cual dice:
No lo digo porque
yo esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo…
Y no me refiero
con esto a que si tú posees una lista de regalos esté mal, solo debemos meditar
qué es aquello que realmente necesitamos y de qué queremos llenar nuestra vida
y nuestro corazón.
El mundo ha
materializado tanto esta fecha, que solemos perder el real significado de la
Navidad, el cual es: El nacimiento de Jesús, nuestro único Salvador.
En los versículos
12 y 13, Pablo continúa diciendo:
Sé lo que es
vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia… A todo puedo
hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.
Te quiero motivar a que Cristo sea eso, quien te fortalezca. Que la prioridad esta Navidad en tu lista de regalos sea Él y que sea Él quien reine en tu corazón. Y, si deseas compartir un regalo esta Navidad, comparte el mejor: la noticia de que nació un Salvador, el cual nos ama tanto que murió por nuestros pecados para darnos una vida de libertad y perdón.
Que esta Navidad
Dios sea lo que más anhela tu corazón, lo demás vendrá por añadidura.
Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.
Mateo 6:33
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