Un lugar de Descanso


En la Biblia encontramos muchos ejemplos de personas que clamaron a Dios en busca de soluciones para sus problemas, todos ellos tuvieron una respuesta conforme a la voluntad de Dios, muchas de esas historias fueron plasmadas para dejarnos ejemplos de cómo Dios responde a quienes claman a Él.

Ana, una mujer estéril y que era constantemente entristecida por su rival Penina, es un ejemplo de fe para nosotras en la actualidad. Ser estéril en la época de Ana era una sentencia. Por lo general, a este tipo de mujeres se les ponía a realizar tareas domésticas pesadas y a “ganarse” de cierto modo su propio sustento, si el esposo decidía devolverla a la casa de su padre por no darle herederos, podía ser apedreada por deshonrar a su familia, no tenía derecho a heredar un pedazo de tierra y tenía que vivir como sirvienta en la casa de su padre.

Ana tenía a su favor el amor de su esposo, quien no la desechó por el hecho de no darle hijo, sino que la amaba a pesar de ello. Durante 10 años Ana sufrió el desprecio de la sociedad por ser estéril, por 10 años estuvo triste y sin encontrar una salida a su condición.

Cuántas veces hemos sido como Ana, sufriendo en silencio alguna clase de esterilidad: falta de trabajo, carencia de amor, estancamiento espiritual y, nuestro propio dolor y autocompasión no nos deja movernos, estamos anestesiadas en nuestro problema sin poder hacer nada al respecto. Vemos cómo avanza la vida y es como si todo siguiera su rumbo sin tocarnos dentro de la burbuja que hemos creado a nuestro alrededor.

El dolor por aquello que nos entristece el alma se refleja en cómo tratamos nuestro cuerpo. Ana dejaba de comer (1 Samuel 1:7). ¿Qué haces tu cuando estas triste? Puede que seas como Ana y dejes de comer o lastimes tu cuerpo con cortes, tal vez la ansiedad te produce hambre. No sé cómo reaccionas frente a aquello que está afligiendo tu corazón, pero sé que podemos identificarnos con Ana.

La Biblia dice en Salmos 51:17 “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”, esto era algo que seguramente Ana sabía, porque ella comió y bebió, se levanto y fue al Único que podía brindarle descanso y solución a su problema. Ella oró con amargura de alma, expuso ante Dios todo lo que sentía, no se guardó sentimiento alguno y lloró, desahogó ante el trono de la gracia todo lo que tenía en su alma durante tanto tiempo. ¿Cuántas veces has llegado así ante Dios? ¿has experimentado el derramar tu corazón en Su presencia? Si no lo has hecho, te animo a dejar en la presencia de Dios lo que estás cargando, exprésale cómo te sientes, qué te aflige, qué te molesta, porque recuerda que Dios no desprecia al corazón contrito y humillado.

Dice la Biblia que Ana clamó a Jehová de los ejércitos, al gran Rey y luego de ello no estuvo más triste (1 Samuel 1:18), porque ya había derramado su corazón delante de Dios. 10 años de lamento, falta de comprensión y desprecios quedaron a los pies de su Dios y ella confiaba que Él respondería conforme a Su voluntad.

Y Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Efesios 3:20-21

Cuando clamamos a Dios sabemos que Él puede hacer como quiera y aun mucho mejor de lo que pensamos, pero no siempre responderá sí a nuestras peticiones, tal vez no sean respuestas inmediatas como lo deseamos, pero podemos tener la seguridad de que jamás olvida lo que dejamos en Su trono de gracia. Él nos dará una respuesta y en eso podemos descansar.

No lastimes tu cuerpo por aquello que te preocupa o entristece, acude a Dios para encontrar oportuno socorro y descanso para el peso que cargas. Aliméntate y levántate, Dios está esperándote.

Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida

Jeremías 31: 25



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