Él nos ha hecho bien





En el Salmo 77 se puede apreciar un lamento por parte del autor. Este lamento sale de un corazón adolorido y se expresa en la intimidad con Dios, ese huerto maravilloso que es la comunión que hoy puede disfrutar el creyente a través de la obra de Cristo. En medio del sufrimiento se dirige al Único y Sabio Dios, sabiendo que solo Él puede suplir todas sus necesidades. En este clamor, el salmista hace un ruego por ayuda, una queja por el silencio de Dios debido a que no respondía su petición, una meditación sobre el carácter y obrar de Dios, un discurso y una alabanza a Dios proclamando Su Divinidad. 

“Con mi voz clamé a Dios, A Dios clamé, y él me escuchará. Al Señor busqué en el día de mi angustia; Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo.” 

Salmos 77:1-2 RV60

El salmista refleja la esperanza de que su oración será oída y la prontitud y persistencia en la misma. Si bien no se expresa la causa de la angustia, es evidente que la circunstancia trae desconsuelo a su alma. Además, se observa claramente cómo muestra humildad al rendirse ante Dios, reconociendo que solo Su consuelo, Su fortaleza y Su mano pueden socorrer la agonía de su alma.

En medio del sufrimiento debemos mirar a Dios y recordar todas Sus obras, porque Él es bueno y para siempre es Su misericordia. La Palabra de Dios advierte sobre los sufrimientos aquí en la tierra, estos pueden ser circunstanciales, consecuencias del pecado, a causa del evangelio o por hacer lo correcto, por ejemplo. Independientemente de cuál sea la causa, podemos confiar en nuestro Padre Celestial, Él tiene pensamientos de bien y no de mal para Sus hijos (Jeremías 29:11). Somo limitadas, Dios es Soberano; somos vulnerables, Él es Fuerte y Poderoso; luchamos a diario, Él es Fiel y es nuestro amparo y sostén; somos impotentes, Él es Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente. Solo Dios puede cambiar nuestro corazón y nuestra situación. 

Solo Él es refugio en medio del dolor y la angustia. Cuando el creyente no acude a Su presencia, tiende a buscar una alternativa para sobrellevar su sufrimiento, oportunidad que aprovecha el enemigo para tentarlo con los placeres de este mundo, como el entretenimiento y el libertinaje. También busca maneras en las que desenfoque su mirada del Señor Jesús, incitando a la rebeldía, la soberbia, el descontento y la amargura en su vida.

“Meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos.” Salmos 77:12 RV60

El salmista, en medio de su oración medita sobre el carácter de Dios, en Su amor, Su fidelidad, Su misericordia, Su bondad, Su poder, Su paz, Su majestuosidad, Su luz, Su santidad, Su sustento; trae también a memoria cómo El Señor ha obrado maravillosamente en su vida, dando fortaleza, restauración, guía, ánimo y respuesta a su clamor insistente, El Señor cubrió cada una de sus necesidades sin faltar ninguna. Así como el salmista, meditemos en los atributos de Dios, confiemos y alabémoslo, por ser Quien es y por lo que ha hecho. 

Amada, Dios es el mismo de ayer, de hoy y de mañana, Él es Inmutable. Debemos aprender a conocer y recordar Su carácter constantemente, de esta forma nuestra mirada estará en El Salvador y nuestros pies no resbalarán. Como hijas de Dios, debemos buscarlo siempre en oración y en humildad, sobre todo en los días malos para resistirlos, porque no hay bien fuera de Dios.

“En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.” Salmos 22:4-5

En medio del sufrimiento seamos humildes, confiemos y meditemos en Él; porque Él es Dios y nos ha hecho bien.




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