Generalmente anticipamos cada temporada navideña con el bombardeo de publicidades que exhiben los nuevos productos en tendencia, esos que nos venden como una infaltable necesidad para experimentar el placer de una verdadera navidad. Sabemos que estamos en esta época porque las calles se visten, las casas se adornan y nosotras mismas nos predisponemos con los preparativos familiares.
Como creyentes, seguramente aprovechamos la época para introducirnos en
algún libro acorde a la fecha, nos proponemos centrar nuestro corazón en
recordar la hermosa Verdad de las Escrituras que anticiparon la llegada del
Mesías y glorificar a Dios por la Salvación otorgada en el Dios hecho hombre,
nacido del vientre de una virgen y llegado como un bebé, Cristo Jesús.
¡Pero nos quedaríamos cortas si solamente agradeciéramos por Su llegada
al mundo! La historia no es completa si solamente centramos nuestro
agradecimiento en la llegada del Salvador. Es cuando ampliamos nuestra mirada y
vemos el libro completo, que nos encontramos con un Mesías majestuosamente Omnipotente
que nació, creció, murió, resucitó y que está vivo. Pero allí no termina, la
historia se extiende hacia la promesa de que además, Él volverá.
“Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el
Último, el Principio y el Fin”. Apocalipsis
22:13 NBLA
Él se define a sí mismo como el Principal, el Primero, el Principio y el
Final. Ya conocemos el Principio, esto es, que el Padre reveló Su gran amor
enviando al Hijo, un Hijo salido como retoño de Isaí, proveniente de la nación
escogida por Dios, como cumplimiento de la Promesa hecha a Abraham para
Salvación de cualquiera que pueda creer que solamente el Dios hecho hombre
vivió de forma justa y recta y, que por Su justicia fue declarado libre de
pecado y capaz de ser el único Cordero aceptable para el sacrificio expiatorio
por nuestros pecados.
Él también nos ha declarado el final, esto es el reencuentro, que el Mismo
que fue levantado al cielo regresará con los cielos abiertos, cabalgando
triunfante como Fiel y Verdadero y juzgará a las naciones con las palabras que
salen de Su boca. Su reinado será firme, lleno de prosperidad y paz; nos ha
prometido volver para compartir con nosotros la cena de la que ahora se
abstiene, premiar nuestras buenas obras y enjugar nuestras lágrimas. Su llegada
nos garantiza una eternidad con Él.
“Les digo que desde ahora no beberé más de este
fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba de nuevo con ustedes en el
reino de Mi Padre”. Mateo
26:29 NBLA
Por eso, reflexionando sobre la historia completa, cada vez que podamos
pausar nuestras agendas y compromisos navideños, levantemos
nuestros ojos al cielo y recordemos, celebremos y adoremos que, si Él vino, Él
también regresará.
Esta es una invitación para que en esta temporada de adviento no solo celebremos
el Principio, al que ha sido desde la fundación de las cosas, el Creador de
todo lo que existe; sino que también celebremos el Gran Final, al Último, el
que descenderá del cielo con poder, gloria y majestad, ante quien toda rodilla
se doblará y toda boca proclamará que Él es el único Rey sobre todos los reyes
y el Señor sobre todos los señores.
Y tú, ¿Cómo te preparas desde hoy para el regreso de Cristo? ¿Cómo te
anima celebrar la navidad a la luz de la historia completa?
“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.”
Apocalipsis 21:3 RVR60
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