Descanso reparador

 



Y Él continuó diciéndoles: El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo.

Marcos 2:27

 

El actual ritmo de vida del mundo puede llegar a desgastar el cuerpo, la mente y hasta el corazón. Hoy existen creencias erróneas que nos hacen pensar que, a mayor nivel de actividad, mayor éxito, productividad y utilidad. El descanso pareciera ser una falta grave y se condena de una manera injusta, atentando nuestra salud integral.

 

El ser humano lo requiere. La ausencia de descanso genera complicaciones físicas y emocionales. A través suyo el cuerpo se recupera de la carga activa del día y se evita posteriores enfermedades crónicas; la mente halla desactivarse y renovarse, evitando así problemas como la ansiedad, la depresión, el estrés y, hasta condiciones tan sencillas pero importantes como el estado de humor; procesos como la memoria, la concentración y la atención se afectan también si no descansamos. 

 

Y acabó Dios en el día séptimo la obra que había hecho,

y reposó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó.

(Génesis 2:2–3).

 

Es hermoso conocer que el origen del descanso nace en el corazón de un Creador y Padre amoroso como un regalo a nuestras vidas. Dios estableció que el séptimo día, luego del proceso de la creación, sería el día de reposo, bendiciéndolo y santificándolo. Y conviene con Su pueblo posteriormente que recordaran este día con el mismo objetivo de santificación (Éxodo 20:8), haciéndolo parte de la Ley.

 

La vida de Nehemías nos muestra un nivel admirable y ejemplar de fidelidad, su anhelo de restaurar no solo estructuras y fortalezas de una ciudad destruida que pertenecía al pueblo de Dios es extraordinario, como su noble deseo de hacer volver los corazones a Él, cumpliendo Sus estatutos, entre ellos guardar el día de reposo (Nehemías 13:15–22). Sus acciones manifiestan su celo por recompensar años de desobediencia, guiando a los suyos a una reformada adoración.  

 

Algunos años después, en los tiempos de nuestro Señor Jesús, encontramos que algunos de los líderes religiosos de la época, habían añadido al hecho de guardar el día de reposo varios mandatos más, tergiversando el regalo del descanso, convirtiéndolo en un complicado peso, del cual nuestro Salvador podría y querría liberarnos, como lo hace con cada yugo difícil de sobrellevar por nosotros.

 

En el pasaje de Marcos 2:23-28 observamos cómo Jesús y Sus discípulos fueron confrontados por los fariseos a partir de ciertas acciones de estos realizadas en el día de reposo. La respuesta del Salvador asegura que este fue hecho para bendecir al hombre como un regalo, no como una carga, para otorgar un tiempo de descanso y alivio en el que el principal objetivo sería adorar, meditar y encontrar un espacio íntimo con Él, quien es el dueño de este, de cada día y cada tiempo de nuestras vidas y de la humanidad.

 

Cuando entendemos que el día de reposo permite no solo un espacio de descanso de nuestras actividades diarias, sino la libertad a nuestra alma para dar espacio a todo aquello que nos acerca a nuestro Dios y nos renueva en Él, hallaremos el don maravilloso para el que fue creado, no con fines de ocio, sino de alimentar nuestro espíritu y apegarlo al Suyo.

 

Más allá de la controversia que aún el hombre genera acerca del día específico que debe guardarse, valdrá siempre la pena guardar la maravillosa oportunidad de ir a Él con cada trabajo y cada una de nuestras cargas, para hallar en Su gracia y en Su amor el más reparador de los descansos.

 

Jesús es el verdadero y más confiable reposo de nuestras vidas.

 



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