El pensamiento filosófico con preguntas, la
ciencia cabalgando sus hipótesis sobre la tecnología, la lógica con sus
razonamientos, todos estos son ejemplos de la búsqueda incansable por la verdad
que ha acompañado la existencia del ser humano. Hemos pasado de concebir la
verdad como absoluta a la verdad relativa y, en tiempos modernos, la verdad se
ha parcializado de tal manera que se concibe en términos subjetivos. La verdad
ahora está en manos de cada uno.
La búsqueda por la verdad responde a una
necesidad de sentido, el hombre que conoce la verdad puede entender su origen, encaminarse
en un propósito, vivir en libertad, alcanzar un fundamento firme para la
moralidad y la convivencia pacífica y en última instancia la Vida Eterna.
Nuestro enemigo satanás, sabe que la carencia de
verdad en la mente y el corazón llevan al ser humano a un estado de confusión,
esclavitud y condenación, no solo espiritual, sino a una relación de dominación
entre semejantes y puede pervertir el corazón humano al punto de negar a Dios
como su Creador. Por eso su mejor arma ha sido el disfraz de la mentira como
verdad.
Jesús desenmascaró a Satanás cuando dijo acerca
de él:
Él fue un asesino desde el principio,
y no se ha mantenido en la verdad
porque no hay verdad en él. Cuando
habla mentira, habla de su propia naturaleza,
porque es mentiroso y el padre
de la mentira.
San Juan 8:44 NBLA
De allí que el apóstol Pablo utilice la imagen
del soldado romano (conocida por la iglesia de Éfeso del primer siglo) para
enfatizar la importancia de vestirse espiritualmente con toda la armadura
provista por Dios para el creyente:
Estén, pues, firmes, ceñida su cintura con la verdad…
Efesios 6:14 NBLA
Era tal la importancia del uso del cinturón, que
se convirtió en una insignia sobresaliente del soldado, era preferible perder
el escudo en batalla antes que perder su cinturón, este hecho podía sentirse
como una pérdida de la dignidad y su condición de soldado al servicio imperial.
El cinturón que cumplía la función de una faja proveía
soporte, el cuerpo del soldado podía sostenerse erguido y mantener su
estabilidad durante las largas jornadas de pie. Nuestra lucha espiritual
comienza desde el momento en que nacemos a una vida eterna y terminará el día
de nuestra muerte o el día en que Cristo ponga fin a esta lucha. Mientras llega
ese momento nos encontramos en una larga jornada, no se puede resistir de pie
sin el cinturón de la Verdad de Dios. Ella es el
soporte y la estabilidad que necesita nuestra mente para no dejarnos confundir
con mentiras sutiles. La verdad es nuestra primera línea de defensa.
El cinturón también se usaba como un arsenal,
una especie de depósito sobre el que se podía desenvainar la espada u otras
armas pequeñas con facilidad. El creyente necesita afirmarse en la Verdad para
que rodeado y sujetado por ella, pueda estar listo para atacar la mentira con
la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Por último, la facilidad de movimiento en
combate cuerpo a cuerpo es imprescindible y, el cinturón bien ceñido le
permitía al guerrero arremangar su túnica al cinto, claramente esto lo ayudaba
a mantener la seguridad de sus movimientos. Vivir enredados y deambulando en
pensamientos poco provechosos asegura decisiones equivocadas para nosotros y
para nuestras generaciones, educar la mente con el consejo de Dios y adquirir
agilidad en ella puede desenmascarar rápidamente la mentira antes de caer presa
de ella.
Solo los verdaderos hijos de Dios tomarán esta
lucha contra satanás como lo que es: una seria guerra contra la verdad por la
ganancia del alma, entonces priorizarán con urgencia la lectura y
profundización de la Verdad revelada de Dios en Cristo Jesús.
Santifícalos en la verdad; Tu palabra
es verdad.
San Juan 17:17 NBLA
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