Al inicio del libro, el
profeta Joel narra la invasión de cuatro tipos de langostas que terminaron
devastando todo a su paso sobre la nación del Sur, es decir, la tribu de Judá.
Todos los habitantes del lugar quedaron bajo una situación de angustia y
emergencia por la escasez de alimentos.
Este momento no era para ellos
un hecho aislado, pues conocían de antemano la plaga de langostas que Dios
había enviado sobre Egipto (Éx. 10:13-19) y cómo les había advertido por boca
de Moisés que traería sobre ellos esta plaga si desobedecían al Señor (Dt.
28:38). Aunque el libro de Joel no aclara sobre los pecados puntuales de la nación,
sí evidencia el llamado de Dios al arrepentimiento, antes de la llegada del
día del Señor.
La imagen de las langostas son
el punto de partida para enviar un mensaje en tres aspectos que mencionamos a
continuación y que trasciende las generaciones, siendo todavía un mensaje
relevante para nosotros.
El día del Señor: este es el tema principal del libro de
Joel, hace referencia a un tiempo que solo Dios conoce, el cual dispone y sobre
el cual actúa para traer castigo sobre el ser humano. El profeta describe que
de la misma manera que las langostas invadieron y destruyeron todo a su paso,
un gran ejército en línea de batalla invadiría y destruiría todo, haciendo
referencia a las invasiones de Asiria y Babilonia que les aguardaban en los
años siguientes (Joel 2:1-9). Pero el hijo de Petuel no se refirió exclusivamente
a ese hecho, sino que profetizó sobre lo que describió como el día del Señor, muy
terrible, grande y espantoso; y se refiere al tiempo aún futuro, en el que
Dios juzgará a todas las naciones de la tierra trayendo una calamidad sin
precedentes por causa del pecado (Joel 1:15; 2:11; 30-31; 3:14-15).
La convocatoria al
arrepentimiento. La
fidelidad de Dios fue la que permitió a Joel advertirle al pueblo sobre lo que
vendría y cómo podrían escapar del juicio divino. Este es el llamado que Joel
hace cuando menciona el toque de trompeta, citando a todos los moradores,
no para que hicieran un simulacro de arrepentimiento rasgando sólo sus vestidos,
sino para que se arrepintieran genuinamente con un corazón rasgado, dolido por
el pecado y determinado a volverse en obediencia a Dios (Joel 1:13-14; 2:1;
15-17).
La esperanza de
restauración. Dios
prometió a Su pueblo que, si ellos se arrepentían de su desobediencia, Dios los
perdonaría, restauraría su prosperidad y traería paz (2 Cro. 7:14). Es por eso
que Joel habla acerca de la restauración y restitución para traer abundancia al
pueblo. Hacia el final del capítulo dos, el libro anuncia la promesa de Salvación
desde Sion teniendo cumplimiento en el Mesías y el posterior derramamiento del
Espíritu Santo vivenciado desde pentecostés hasta hoy, culminando el capítulo
tres con el gobierno de Dios desde Jerusalén y todas las naciones de la
tierra.
El libro de Joel, que
significa el Señor es Dios, nos deja una clara enseñanza sobre la fidelidad de
Dios. Él permitirá momentos difíciles en nuestra vida con el fin de sacudir
nuestro corazón, pues Su justicia traerá juicio inminente, pero en Su amor y
fidelidad nos advierte de antemano, abriéndonos el camino del arrepentimiento
como escape de aquel día y ofreciéndonos restauración abundante si acatamos con
reverencia y humildad Su advertencia. Es tiempo de preguntarnos: ¿Con qué
actitud enfrentamos los momentos difíciles en nuestra vida? ¿Es nuestro
arrepentimiento genuino y verdadero?
Rasguen su corazón y no sus vestidos.
Vuelvan ahora al Señor su Dios,
Porque Él es compasivo y clemente,
Lento para la ira, abundante en misericordia,
Y se arrepiente de infligir el mal.
Joel 2:13 NBLA
0 Comments