La clave del amor

 


“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan 4:10 RV60

 

La Palabra de Dios en este versículo habla sobre el amor y la naturaleza de este. El apóstol Juan en esta carta menciona uno de los atributos del carácter perfecto de Dios, el amor, el cual consiste en una decisión, una que se hace de manera voluntaria y sin importar a quién. La esencia del amor radica en Dios, porque Él es la fuente.

 

El hombre no ama a Dios por sí mismo; la Palabra dice que Él nos amó a nosotros. La mayor muestra de este inigualable y profundo amor es que envió a Su hijo en propiciación por nuestros pecados. Esto es, la expiación, medio por el cual se perdona el pecado y se aplaca la ira de Dios, satisfaciendo Su justicia divina de manera completa y definitiva. Un amor que se caracteriza por ser sacrificial, desinteresado y satisfactorio.

 

"Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.  Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros" 1 Juan 4:11-12 RV60

 

La Palabra del Señor no solamente define el amor, sino que exhorta al creyente a amar de esta manera. La palabra “debemos” implica estar bajo obligación, es necesario cumplir este requerimiento y es deber para todo hijo de Dios.  Por ende, cuando cada creyente obedece esta exhortación, se lleva a cabo el cumplimiento de “unos a otros”, que significa reciprocidad, lo que quiere decir que el amarse mutuamente es una responsabilidad de los creyentes entre ellos mismos.

 

Este proceso es una evidencia de la presencia de Dios en el creyente. El Dios invisible es visible por medio del amor mutuo entre los Suyos y, este es perfeccionado por el mismo Señor, haciéndolo crecer y abundar, como dice la Palabra en 1 Tesalonicenses 3:12. Es decir, partiendo del amor derramado en el hijo de Dios por El Espíritu Santo (Romanos 5:5), cada vez ese amor será más excelente, amplio, trascendente y sin límites.

 

El hijo de Dios está en la capacidad de amar porque Dios permanece en él y desarrolla ese amor en su vida y a través de él para bendecir a otros. A medida que los creyentes se aman mutuamente, Dios es glorificado y se da testimonio de Su amor puro, infinito y perfecto al mundo.  Las personas en el mundo definen el amor de diferentes maneras basándose en el conocimiento y la experiencia personal; pero nunca podrán tener el verdadero significado del amor fuera de Dios.

 

Por tanto, el amor de Dios es la clave para saber amar. Amar es una decisión que implica hacer el bien a los demás, esto requiere un sacrificio, porque muchas veces debo poner el bienestar del otro por encima del mío. Asimismo, requiere que sea desinteresado, porque existen personas que, por su carácter o sus obras, no tienen mérito alguno para beneficiarse de ese bien.

 

Debido al pecado, el único amor que el hombre tiene es para sí mismo, sin importar qué o sin importar quién. Sin embargo, el creyente siempre debe mirar al Señor, porque ningún ser humano merece el amor de Dios; aun así, Él al mundo amó. El creyente debe depender de Dios diariamente para reflejar en su vida Su perfecto amor.

 

La clave para amar, es tener el amor de Dios como fuente.




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