“Si obedecéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor,
del mismo modo que yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en
su amor.”
Juan 15:10
¡Qué
cosa tan rara nos dijo Jesús!: “Permanezcan en Mi amor” (Jn.15:9) ¿Por qué no
dijo: permanezcan amándome? Creo que a veces así hemos interpretado Sus
palabras y buscamos ganarnos Su favor, cumpliendo una lista que se vuelve
cansada. Irónicamente y a nuestra conveniencia podemos desertar en momentos
difíciles, dudando del amor de Dios, cuando lo que deberíamos preguntarnos es: -
¿Yo estoy/sigo en Su amor? -
La
palabra permanecer se deriva del prefijo “per” que es ´a través,
completamente´ y “manere” que es ´continuar en el mismo estado, lugar o
condición´. En pocas palabras, mantenerse sin un cambio. Como seres humanos los
cambios son inminentes, incluso sin quererlos. Pero aquí es donde debemos
buscar quién, en esta relación (de Cristo y nosotros), es el estable.
Como
el Padre me ha amado, así también Yo los he amado; permanezcan en mi amor. Juan
15:9
La
“ecuación del amor” quizá no nos sale porque lo estamos haciendo mal. El ancla
en esta relación es nuestro Señor y Dios. Tal es el caso que de tal manera nos
amó, que el Padre entregó a Su Hijo único en lugar nuestro para que, si
creemos, tengamos vida eterna (Juan 3:16). Nosotros somos finitos y cambiantes,
pero SU AMOR es inalterable y eterno. En Él radica, comienza y termina una
relación en la que Dios nos dice: Permanezcan en Mi amor.
Tampoco
es que nosotros debemos quedarnos de brazos cruzados. Sino que lo visible de
permanecer en la cobertura de Su amor es, en respuesta, guardar Sus
mandamientos. No es un amor romántico que cambia con el viento, sino un amor
que permanece pues Él es eterno.
“Si
alguien me ama, guardará mi Palabra. Mi Padre lo amará y vendremos a él, y
haremos con él morada”. Juan 14:23,24
No
es poco el sacrificio que Jesús hizo en la cruz. No fueron flores que se
marchitan, ni chocolates que se acaban. Fue un pacto de amor que le costó Su
vida y sigue hablándonos para tener relación con nosotros; al creer en Su
resurrección y confesarle como Señor, podemos entender que Sus mandamientos son
amor y a través del Espíritu Santo como garantía de esta relación, podemos
obedecerle.
“El
que guarda Sus mandamientos permanece en Él y Dios en él. Y en esto sabemos que
Él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado”. 1 Juan 3:24
¡Permanezcamos
en Él! ¿Es fácil? No. Costó la muerte de un inocente, la muerte de Cristo, quien
nos dio ejemplo de obediencia, hasta la muerte y muerte de cruz ¡Permanezcamos
en Él! Se trata de rendirnos y seguirlo, de conocerlo teniendo una relación con
Él y al hacerlo, reconoceremos que obedecer Su Palabra es vida y gozo y, si el
resultado de la ecuación es permanecer en Su amor, es porque Él nos amó primero
y Su amor es inalterable.
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