Porque por gracia sois salvo por medio de la fe; y esto no procede de vosotros, sino que Dios. No es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie. Efesios 2:8-9
“En otro tiempo…” estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, seguíamos la corriente de este mundo, éramos conforme al príncipe de la potestad del aire, hacíamos la voluntad de nuestra carne (Efesios 2:1-5). Pienso el clásico inicio de un cuento, érase una vez. También en esta historia de redención y reconciliación está el bien y el mal, pero el príncipe de este mundo, satanás, jamás será el antagonista. No es quien tiene el mismo poder y le da guerra a Cristo todo el tiempo. Sino que en este érase una vez habla de lo que ya es, si decimos seguir a Cristo, Quien ya venció y nos da la oportunidad de un nuevo comienzo:
“y juntamente con Él nos resucitó, y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales
con Cristo Jesús”.
Efesios 2:6
Una vida en Cristo no es un cuento. Es la historia donde el protagonista es Aquel que ya venció al mundo y, en este hermoso regalo de la nueva Vida que tenemos por gracia, por medio de la fe, podemos dejar la conducta del “otro tiempo” atrás, porque esta misma gracia también nos sostiene para andar en buenas obras, pues somos hechura Suya y Él ya nos preparó en este camino de justicia (Efesios 2:10). Éste “érase una vez” no comienza en nuestras obras, porque definitivamente no podríamos resucitarnos a nosotros mismos. Esta historia, la historia, comienza en esa obra en la cruz, donde Jesús entregó Su vida aun cuando por la muerte andábamos en desobediencia y estábamos muy lejos de tener vida.
No se trata de nuestras obras. Se trata de la gran obra que no fue un cuento de hadas, sino del Rey que entregó todo por amor a ti y a mí y que nos invita a vivir esta historia con Él, llamándonos miembros de Su familia, ya no siendo extranjeros, sino en una unidad con Él, porque hemos sido reconciliadas con el Padre. Acordémonos que en otro tiempo no éramos llamadas hijas, quizá habíamos oído de Él, quizá asistimos a muchas actividades espirituales, pero en Cristo, sólo por Él, ya tenemos un nuevo comienzo; esa paz que no se podía sentir por estar en el mundo de maldad, hoy podemos sentirla porque Él ha vencido al mundo, porque Él está cercano, porque Él es el fundamento de esta historia.
Érase una vez, una mujer que vivía en muerte, que vivía sin esperanza, que no podía hacer otra cosa más que obedecer al mundo y lo que le dictaba su carne, pues ella creía ser la protagonista de sus días, pero lo que no sabía es que estaba en esclavitud de la maldad. Érase una vez una mujer que conoció la historia y por fe se salió del cuento en el que estaba viviendo presa, teniendo ahora una nueva vida, recordando que día a día está cerca del que la resucitó, está cerca de Quien la hizo sentarse en un lugar celestial y, en esta historia, donde Él es el protagonista, ella puede vivir en santidad, gracias a la misma gracia que continúa extendiéndose para darle la libertad que le permite vivir el diseño para lo que fue creada.
Nuestra historia en Cristo comienza con Su muerte y nos llena de esperanza Su resurrección.
No comienza en nosotros, sino en Su obra maravillosa de amor.
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