El regalo de la Paz




Si les dijera cuántas veces he vivido la “maravillosa” experiencia de tener un conflicto con alguien en la iglesia o con otro creyente, no acabaría. Puedo garantizarte que si te involucras en cualquier actividad, vendrán conflictos más temprano que tarde, lamentablemente. No digo esto para que te desanimes, sino para ayudarte a pensar de manera realista y a estar preparado para lo inevitable.

La Iglesia en Filipos estaba formada por personas de diversos orígenes, algunas viudas, mujeres de negocios, judíos, militares y de origen pagano. Así como nuestras iglesias actuales, simplemente este grupo de mujeres está conformado por mujeres de distintas edades, solteras, casadas, viudas, estudiantes, trabajadoras, madres, hijas, de miles de nacionalidades. Es la gloria del cuerpo del Señor estar compuesta por diferentes grupos raciales y culturales. Al observar lo que Pablo escribe aquí y algunos otros versículos sobre el mismo tema, podemos aprender cómo llevarnos bien unos con otros. Es de vital importancia que lo hagamos, no solo para que podamos estar en paz, sino por el bien del Evangelio. Debemos tener un mismo sentir y este es en El Señor.

Como cristianos debemos trabajar en la resolución de conflictos,
 para que como iglesia podamos enfocarnos en la obra del Evangelio. 

Al seguir leyendo, nos encontramos con este versículo que, para algunas como yo, es difícil: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”. Nota que no dice: busca el gozo en ti, o en alguien. No expresa: gózate en la vida o en tus sueños. Este gozo es en El Señor.

No es una felicidad superficial basada en las circunstancias o en la ausencia de pruebas, si no más bien es un contentamiento y una esperanza sólidos y perdurables que son tan firmes y seguros como nuestro fiel Dios, que nos ha dado Sus promesas en Su Palabra.

Si lo vemos bien, pocos de nosotros somos ajenos a la ansiedad. Esta se desliza sobre cosas grandes y pequeñas, royendo nuestras entrañas. Alguien la describió gráficamente como “una fina corriente de miedo que fluye por la mente. Si se anima, abre un canal en el que se drenan todos los demás pensamientos” (Arthur Roche). La escuela, la familia, el trabajo, el amor… la lista podría seguir y seguir. ¡Quizás te estés poniendo ansiosa con solo escucharme dar diferentes razones para la ansiedad! A veces no podemos identificar ninguna razón específica de nuestra ansiedad, pero está ahí, fastidiándonos por dentro. Si no aprendemos a manejarla adecuadamente, puede causar todo tipo de problemas de salud.

Sin embargo Jesús nos prometió: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:27). Él pronunció esas palabras reconfortantes en la noche más difícil que enfrentó en esta tierra, la noche antes de Su crucifixión. Siete veces en el Nuevo Testamento, nuestro Dios es llamado Dios o Señor de Paz.

Para experimentar la paz de Dios en lugar de la ansiedad, podemos orar con agradecimiento por cada preocupación. Hay tres palabras clave en estos versículos que revelan el tema: ansioso, oración y paz. Estar ansiosos es el problema que se nos dice que posterguemos, la oración es el procedimiento que se nos dice que practiquemos, la paz es el producto que Dios nos promete.

Así que, actuemos resolviendo los conflictos que tenemos entre hermanos en la fe. Regocijémonos en El Señor, aun a pesar de las pruebas y pongamos delante de Él, porque Él nos da Paz. 



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