El regalo del Gozo



Los regalos tienen el poder de generarnos emociones agradables, como la alegría, la expectativa y el asombro. Los regalos nos hablan de amor, de cuidado, de atención, de aprecio y de valor. Los regalos influyen en nuestros hemisferios cerebrales y nos mandan señales bonitas, no solamente al cerebro sino también al corazón. La verdad, es muy lindo recibir regalos.  

Hace dos mil y poquito más de años, en un pequeño pueblo llamado Belén, recibimos el regalo más valioso, grande y maravilloso que pudiéramos imaginar, vino empacado en pañales y fue puesto en un pesebre. Y traía con Él regalos asombrosos que hoy nos sostienen y dan sentido a nuestro existir; trajo regalos de gracia, de salvación, de paz, de esperanza.

Un regalo especial y muy agradable que recibimos con Él y a través de Él es el regalo del gozo, ese fruto que matiza el alma con un carácter satisfecho, agradecido y lleno de contentamiento. El que levanta nuestro ánimo y nos permite tener la fortaleza y la motivación de hacer aquello que debemos hacer y aún más.

                     Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas,

sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado,
para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte.
Santiago 1:2-4

En el libro de Santiago somos llamados a desempacar este regalo en momentos en los que no suena lógico hacerlo, en los momentos de prueba, aquellos que son complicados de sobrellevar humanamente hablando, pues cuando nos encontramos bajo el azote de la angustia o el dolor, generalmente surgen sensaciones contrarias como la tristeza, el temor, la debilidad, el desánimo y la desesperanza.

Y es entonces, cuando nos damos cuenta de esta increíble posibilidad, que entendemos la grandeza de este regalo, de este fruto que viene del maravilloso y enorme regalo de Su precioso Espíritu Santo, el que mora en nosotros y nos da la capacidad de desarrollarlo, pues Su gozo es fortaleza, aliento, ánimo y aún alegría inexplicable en medio de la dificultad. No es algo que depende de aquello que sucede a nuestro alrededor, sino de Su presencia llena de gracia, amor y poder. No se trata de un deseo masoquista sino de la hermosa oportunidad de crecer en fe, descubriendo frutos de paciencia y obteniendo resultados extraordinarios en Él. El gozo es un fruto seguro y totalmente confiable.

El gozo es ese regalo cuyo destinatario es nuestra emoción, la que en nuestra frágil humanidad flaquea en la prueba, se abate y muchas veces se desanima, haciéndonos ver en ese desánimo que todo es gris. El regalo del gozo nos pinta colores en las sombras, nos recrea en la apatía y nos fortalece en la debilidad, pues “el gozo del Señor es nuestra fortaleza” (Nehemías 8:10).

Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas;
Aunque falte el producto del olivo, y los campos no produzcan alimento;
Aunque falten las ovejas del redil, y no haya vacas en los establos,
Con todo yo me alegraré en El Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación.

Habacuc 3:17-18 



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