Alabando en tiempos de dificultad

 



Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.

Génesis 29:35


Menospreciada, poco amada, desvalorizada, rechazada… son algunos calificativos con los que podríamos describir a Lea, aquella mujer de ojos delicados que fue dada en matrimonio, a través de un engaño, por su padre Labán a un Jacob enamorado de su hermana menor Raquel, por la que esperó y trabajó durante 14 años. El corazón y los ojos de este hombre no pertenecieron a ella, sin embargo, los ojos del Señor, Su amor y Su fidelidad fueron una realidad en su vida. 


Lea debió aceptar una situación difícil de sobrellevar, notar el desamor y la falta de atención de su esposo hacia ella, sin duda generaba heridas en su corazón que comprensiblemente podrían llevarla a amargura, enojo y dolor. Es fácil imaginarla en lo profundo de la noche, con el alma partida y con lágrimas rodando por su rostro. Pero su lamento fue atendido por un Dios fiel que la vio, la conoció, la amó y tomó en cuenta su pesar, recompensándola y consolándola con el regalo de la maternidad.    


Y en medio del menosprecio, de la falta de amor y atención, surge una alabanza en el corazón herido de esta mujer, que de alguna manera reconoce el favor y la misericordia de un Dios bueno en su vida. Y en esta alabanza de gratitud llama al hijo que concibe Judá, de quien descendería la línea que traería al Salvador del mundo, al León de esa tribu que traería luz, gozo, paz y redención a un mundo herido de muerte por el pecado. Y vemos entonces cómo nuestro Señor obra preciosos propósitos en medio del caos y la dificultad. 


Es fácil hablar de alabanza y gratitud cuando todo marcha bien, cuando todo sale tal y como lo deseamos, cuando la vida pinta colores lindos a nuestro alrededor, pero ¿qué de aquellos tiempos complicados, cuando nuestro entorno es sombrío, cuando las circunstancias son adversas y tenemos justo aquello que no queremos o esperamos?


Bendeciré a Jehová en todo tiempo;

Su alabanza estará de continuo en mi boca.

Salmos 34:1 RV1960


Bendecir el nombre de nuestro precioso y buen Dios en todo momento, bajo cualquier circunstancia; permitir que Su alabanza continuamente esté en nuestros corazones y en nuestros labios es un acto lleno de fe. Alzar nuestra mirada a los montes con la certeza de encontrar un socorro fiel y seguro llena el alma de confianza y descanso. Desarrollar motivos de gratitud en la prueba es un acto poderoso en el que encontramos gozo que nos fortalece y verdadera paz. 


Hoy podemos aceptar el valiente reto de alabar el maravilloso nombre del Señor en medio de la dificultad, del quebranto, del dolor, de la angustia, del pesar y, hallar en esa acción, recompensas llenas de Su inmensa fidelidad y Su inagotable amor.


Desde lejos el Señor se le apareció, y le dijo:

Con amor eterno te he amado, por eso te he sacado con misericordia.

De nuevo te edificaré, y serás reedificada, Virgen de Israel;

De nuevo tomarás tus panderos, y saldrás a las danzas con los que se divierten.

Jeremías 31:3-4 NBLA





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