Una vida resurrecta


 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. 

Colosenses 3:1-3 RVR60

¿Cómo diferencias a alguien que vive el día a día con su mirada en las cosas terrenales de alguien que vive escondido con Cristo en Dios?

La carta de Pablo a los hermanos Colosenses, especialmente en los primeros tres versos del capítulo 3, anima a los lectores a mantener un estilo de vida congruente con el evangelio que profesan. 

Si el oyente del evangelio se considera un nacido de nuevo, resucitado con Cristo y acepta lo que escucha con fe, su manera de conducirse en la tierra estará enfocada en las cosas del Reino Celestial y todo lo que hace (emprender un negocio, estudiar, cuidar de otros, enseñar) tiene el propósito de glorificar a Dios. Por el contrario, un oyente del evangelio no nacido de nuevo será eso, solo un oyente, pues su entendimiento estará cerrado y nulo a las cosas del reino de Dios y, por lo tanto, su manera de vivir la vivirá para obtener ganancias que glorifiquen su persona, sus obras no darán cuenta de una fe en el Cristo Resucitado y mucho menos se reconocerá a sí mismo como un muerto resucitado. 

Lo interesante de este estudio de Génesis, es que tenemos el trasfondo de personajes históricos a quienes Dios escogió para llevar adelante Su propósito y, aunque ellos lo aceptaron, tuvieron inconvenientes a la hora de poner esta verdad por obra. Me refiero específicamente a las esposas de Jacob, que a la vez eran hermanas; puedes ver con detalle que en los capítulos 29 y 30 de Génesis ellas se encuentran en rivalidad luchando por obtener el amor de Jacob, lo hacen compitiendo por la cantidad de hijos que pudieran tener. En diferentes momentos, ambas recurren a la ayuda externa entregando cada una su esclava personal a Jacob para engendrar más hijos de cada bando y así ganar esta competencia.

Ellas estaban jugando su juego enfocadas en sus intereses personales, por momentos las encuentras invocando a Dios con grandes ruegos o exaltándolo por Su bondad e incluso proclamando Su carácter al nombrar a sus hijos. Mientras ellas tenían inconvenientes en poner su mirada en el Dios de Jacob, el Dios de Jacob estaba siendo benevolente con ambas y llevando adelante Su plan eterno, no porque Dios estuviera jugando el juego de Raquel y Lea, sino por amor de Su propio Nombre y por Su misericordiosa bondad para formar la nación de la que nacería El Salvador.

¿Lo ves más claro? Era necesario recordar a los Colosenses poner su enfoque en el Reino de Dios, porque ellos al igual que las dos hermanas y al igual que tú y yo, tenemos deseos y voluntades encontradas que luchan en nuestro interior por mantener el enfoque en el juego de rivalidades, envidias y celos versus el verdadero enfoque en el perdón, la paciencia y el autocontrol, entre otros. Cada día ambas voluntades libran la batalla por nuestro enfoque, la victoria se cuenta cuando eliges ver más allá de tus circunstancias y actúas en dirección a la eternidad.

Una vida resurrecta es aquella que, aunque experimenta el deseo, se considera muerta al juego de la voluntad humana y vive su paso en la tierra aferrada al Cristo Resucitado, confiando plenamente en su Dios. 

Mira más allá de lo que ves y camina en fe hacia Jesús, donde está Dios.



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