La Palabra de Dios nos habla sobre la venida del Señor Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote y Autor de nuestra salvación. Él es nuestra esperanza y nuestra esperanza reposa en Él. Jesús vino a la tierra para que, por medio de Su obra redentora, pudiésemos ser salvos por Su gracia mediante la fe (Efesios 2: 8-9). También nos dice que vendrá muy pronto por todos los que creemos en Él, Su iglesia, quienes le veremos tal como Él es (1 Juan 3:1-2).
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
1 Tesalonicenses 4: 16-17 RVR1960
La Palabra de Dios habla del arrebatamiento o el rapto, como algunos teólogos también lo llaman, el cual es un evento futuro donde el Señor Jesús vendrá por Su iglesia en las nubes, para librarla de la ira venidera de Dios (1 Tesalonicenses 1:10) y de la condenación eterna (Juan 5:24).
Es interesante ver que, sin importar la situación que vive el creyente hoy, esta promesa es aliento, fortaleza, esperanza, regocijo, asombro, expectación y una exhortación para continuar mirando a Jesús y para seguirlo fielmente en distintas circunstancias:
En tiempos difíciles: Padecimientos por causa de seguir a Cristo, estos sucesos que vive el creyente hoy, sea de forma directa o indirecta, leve o grave, “llegarán a su fin”. La Palabra enseña a tener paciencia y a mantenerse firme en El Señor en medio de esta situación (Santiago 5:8). Asimismo, en estos tiempos se puede incluir a las aflicciones que se viven en el mundo y que no estén relacionadas con la persecución, pero sí están dentro del plan de salvación de Dios para el creyente conforme a Su propósito (Juan 16:33).
Al enfrentar la muerte: Sea la del creyente mismo o la de un ser querido que también lo es, la Palabra dice que el que cree resucitará, por eso hay esperanza y consuelo en medio de esa circunstancia, porque ¡no termina aquí! Este es justo el comienzo de la promesa para aquellos que por gracia somos salvos (1 Tesalonicenses 4:13-18).
En la vida cotidiana: El tener presente que Cristo vendrá por Su iglesia, el aguardar esa esperanza bienaventurada, como dice la Palabra, es una razón para que el creyente se mantenga firme en la fe y su andar con el Señor sea en el Espíritu, renunciando al sistema mundano y a su carnalidad diariamente, para llevar una vida agradable a los ojos de Dios y estar preparado para ir a Su presencia (Tito 2:11-13).
En el servicio a Dios: La Palabra de Dios dice que el creyente será transformado, será vestido de un cuerpo glorioso, libre de pecado y también que, cuando sirve en la obra del Señor, tendrá su recompensa. Ser fiel, constante y crecer en el servicio a Dios vale la pena, porque el premio es celestial (1 Corintios 15:52-58).
Sin importar lo que estemos viviendo, apropiémonos de esta promesa, ya que nos hará ver las cosas como son y nos ayudará a sobrellevarlas.
El arrebatamiento es la
promesa de Dios que nos recuerda que las lágrimas del presente
no se
comparan a la gloria venidera.
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