El Gozo de Su Salvación



La Palabra se refiere al gozo como el regocijo que tiene el hijo de Dios por la presencia de Jesús en su vida y Sus promesas eternas. El Señor prometió un Salvador, el Mesías, que traería redención y restauración a la persona que lo recibiera. Una promesa que se cumplió con la primera venida de Su Hijo y, todo aquel que cree en Él, es redimido, restaurado y puede disfrutar de una comunión con Dios, en el presente y por la eternidad. 

“Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres.”

Salmos 126:3 RVR1960

El Señor ha hecho grandes cosas, obras maravillosas e inmensurables, la Palabra de Dios lo atestigua. Una de ellas, la más sublime, es la reconciliación que propició con el hombre por medio de la obra redentora de Su Hijo Jesús. Dios preparó el camino para la llegada de Su Hijo, eligió a Juan el Bautista, quién fue lleno del Espíritu Santo para este propósito. 

Todo lo que El Señor ha hecho, antes de Cristo, durante y después, es grandioso y digno de alabanza. Dios sigue siendo el mismo y Su mano poderosa sigue obrando hoy y para siempre; la razón más grande por la que el creyente puede estar alegre, sin importar cuán difícil sea la lucha aquí. Cristo llena su vida y la plenitud que produce en Él le basta para tener gozo y júbilo mientras espera pacientemente el regreso de su Salvador. 

Hoy el creyente puede disfrutar de una comunión íntima con Dios a través de Jesús, la mayor bendición que sobrepasa el pecado, siendo lo más sagrado y satisfactorio que puede tener. La presencia de Jesús en su vida es una bienaventuranza, independientemente de las circunstancias, manifestando el gozo como fruto del Espíritu Santo que mora en él.  Aunque la naturaleza caída está presente, El Señor Jesús obra por medio del Espíritu con las Sagradas Escrituras, para restaurar y transformar su carácter, conforme a la voluntad del Padre. Cuando El Señor Jesús venga, transformará el cuerpo de la humillación para hacerlo semejante al cuerpo de la gloria Suya (Filipenses 3:21) y la comunión con Dios será perfecta, porque el mal no existirá más en la eternidad. 

El impedimento para disfrutar de la relación personal con El Señor es el pecado que no se confiesa y los hábitos pecaminosos que persisten luego de la conversión como hijo Suyo. La Palabra exhorta a obedecer las Escrituras, lo contrario priva de bendiciones al creyente y es un obstáculo en su nivel de gozo y en la comunión íntima con Dios que obstruye su confianza en Él como su Señor.

La Palabra de Dios enseña, corrige, redarguye e instruye en justicia (2 Timoteo 3:16). Entre más el creyente pase tiempo estudiándola, más su vida será transformada. El Espíritu Santo es quien lo ilumina para llegar a la comprensión de la voluntad de Dios y le enseña todas las cosas que necesita saber y recordar. A medida que el tiempo de comunión con Dios crece, más piadoso y fructífero, él se vuelve. 

El tiempo a solas con Dios es clave en la vida cristiana, aparte de congregarse y el servir en la obra. La constancia en la oración y el estudio de la Palabra desarrolla al creyente espiritualmente y hace que su gozo en El Señor sea ahora y siempre. 

La comunión con Dios es fundamental para gozar la salvación que por gracia nos ha dado, la que Jesús trajo como el regalo más grande a este mundo.



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