¿Discípulo o creyente?

 



“Ustedes, pues no busquen qué han de comer, ni qué han de beber,
y no estén preocupados. 
Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas;
pero el Padre de ustedes sabe que necesitan estas cosas.  
Pero busquen Su reino, y estas cosas les serán añadidas.
No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino.”
Lucas 12:29-32 LBLA

Cuando conocemos a Jesús y decidimos recibirlo como nuestro Salvador, nos convertimos en creyentes y de algún modo también nos volvemos buscadores de Sus palabras y promesas. Sin embargo, cuando Él estuvo aquí en la tierra no buscó solamente a gente que creyera en el Evangelio, buscó también discípulos. Te has preguntado alguna vez ¿cuál es la diferencia entre ser creyente y ser discípulo? Aunque ambos llevan un estilo de vida muy distinto, la diferencia es muy sencilla: tomar actos de fe. Esto significa que Jesús buscaba personas que además de escuchar y creer la Palabra, tomaran decisiones y acciones fundamentadas en la fe, en la certeza y la convicción de que Dios es primero y lo más importante.

Para comprender más a fondo, podemos observar que dentro del contexto del versículo inicial de Lucas 12:29-31, Jesús les dirige este mensaje a Sus discípulos específicamente, en pocas palabras les está diciendo que no se preocupen, que no busquen de forma ansiosa o afanada el satisfacer sus necesidades humanas y que en lugar de esto busquen el reino de Dios, ya que haciendo esto, Él añade todo lo demás.

¿Por qué Jesús le dice eso a Sus discípulos y no a toda una multitud de creyentes? Porque a pesar de que hay una promesa al final de esas palabras, primero les da una instrucción que requiere una serie de actos de fe. Si nos adentramos en las palabras de Jesús, podemos comprender que las instrucciones que Él da no son cosa fácil, Él les dice que no se preocupen ni teman, les pide que vayan en contra de su naturaleza e instinto humano y les dice además que busquen solamente lo que viene del Reino, aquello que es bueno, justo y que muchas veces nos lleva a rendir nuestra voluntad.

Cuando Jesús escogió a Sus discípulos hizo un llamado, el cual requería que renunciaran a sus casas, familias, trabajos y su voluntad humana para seguirlo. Ser discípulo no es fácil, pero con fe definitivamente es posible. Jesús no busca discípulos perfectos, Él busca y anhela ser seguido por aquellos hijos que están dispuestos a darlo todo por El Padre y por Su obra.

Recordemos también que “La gran comisión” que Jesús les dejó a Sus discípulos después de Su resurrección fue:

Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo,  enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado;
y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”
Mateo 28:19-20 NBLA
 

Jesús envió a Sus discípulos a hacer nuevos discípulos, a formar personas dispuestas a tomar su cruz y seguir el llamado, hijos e hijas que guarden la Palabra y que tomen acciones fundamentadas en la fe, creyendo que Dios conoce sus corazones y las necesidades de cada uno, de modo que Él dará por añadidura lo que por fe fue sembrado





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