“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido.”
Lucas 19:10
El significado del nombre Zaqueo es “puro”, los padres de este hombre probablemente no imaginaban que su hijo terminaría siendo el jefe de los publicanos/recaudadores de impuestos, que tomaría más dinero del que era asignado por el Gobierno Romano sobre la ciudad de Jericó, la que era maldecida en el antiguo testamento; un hombre que al tomar su profesión fue rechazado en la sinagoga por sus lazos con el enemigo.
Jesús pasó en Su camino hacia el Calvario por Jericó, Su primer encuentro fue con el ciego Bartimeo en la entrada de la ciudad y, hacia la salida, con Zaqueo. Esto nos muestra que El Señor vino a la tierra no para quedarse, sino para morir en la cruz por los pecadores y perdidos, aquellos que no buscaban la salvación porque creían que su vida era perfecta.
Zaqueo tenía riqueza material, pero su vida estaba vacía y perdida. Más Cristo lo buscó, fue hasta el árbol sicomoro, donde él se había subido para poder ver, aunque sea un poco, al Hijo del Hombre del que todos hablaban, Aquel que levantaba a los paralíticos, daba vista a los ciegos, liberaba a los endemoniados, El que alimentaba multitudes.
El llamamiento que Jesucristo le hace es de Gracia: Zaqueo era uno de los últimos personajes que habrían merecido ser salvos delante de los ojos humanos, pero Cristo ve con gracia en Sus ojos al más necesitado de ella, al perdido.
“Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos)”
Efesios 2:4-5
Es un
llamamiento personal: Cuando Jesús habla, lo hace personalmente, quiere total
atención de parte del receptor y lo logra.
“Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le
dijo:
Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en
tu casa.”
Lucas 19:5ª
Su llamamiento es también eficaz: Cristo cambia la vida de Zaqueo y del perdido con tan solo un momento en Su presencia.
“Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He
aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he
defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo:
Hoy ha venido la salvación a esta casa”
Lucas 19:8-9
Cuando Cristo vino al mundo no lo hizo para salvar a los que eran perfectos y amigables, sino a los pecadores y perdidos, esas somos nosotras antes de conocer al Salvador. Tal como lo hizo con Zaqueo, Él vino hasta nosotras y nos llamó.
El versículo de la semana anuncia claramente que Jesús, el Hijo del Hombre, vino a salvarnos. La intención de Cristo nunca será frustrada. Al pensar en Dios, cuyo nombre es "Yo soy el que soy", el que existe por Sí mismo, en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, Quien es desde la eternidad y hasta la eternidad, el Dios Todopoderoso; reconocemos que nunca fallará en Su propósito.
Jesucristo, el Hijo de Dios, Quien a través de Su expiación y redención nos manifiesta Su intención y deseo que es salvar al perdido, nos hace también reconocer Su llamado y recibir Su gracia salvadora, para vivir una vida eficaz donde nuestro corazón de piedra es cambiado por un corazón de fe y amor. Nos hace ser encontradas después de vagar sin Él.
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