El propósito del acompañamiento y de no estar solos

 


“Entonces el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo;
le haré una ayuda adecuada.” 
Génesis 2:18 (NBLA)

Conforme vamos acercándonos a Dios y vamos conociéndolo a través de Su Palabra y de la oración, podemos comprender que Su creación y Sus planes están llenos de detalles y propósitos. En el versículo inicial, podemos observar que la creación del ser humano no es una excepción a esos detalles tan intencionales. De hecho, es interesante lo claro y puntual que es Dios cuando dice que no es bueno que estemos solos.

Y esto no solo lo vemos en un versículo, podemos comprobarlo incluso con el ejemplo perfecto que es Jesús, ya que a pesar de que vino al mundo como el Hijo de Dios, Él mismo también necesitó de la compañía de otras personas y buscó discípulos dispuestos a acompañarlo con un llamado, propósito y sentir común.

Un ejemplo muy claro de este acompañamiento que Jesús buscó en Sus discípulos es el siguiente:

“Y tomando con Él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo,
comenzó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces les dijo: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte;
quédense aquí y velen junto a Mí».”  
Mateo 26:37-38 (NBLA)

En esta cita, podemos ver cómo antes de ser crucificado, Jesús buscó la compañía y el apoyo en oración de Sus discípulos. Él realmente sabía lo que le esperaba y sabía qué era necesario. Si lo pensamos detenidamente, Jesús no necesitaba que alguien más intercediera por Él ya que Él mismo, en Su nombre, podía hacer cualquier milagro. 

La verdadera intención de Jesús era poder sentirse acompañado por personas íntimas y de confianza en un momento tan vulnerable y difícil, Él comparte Sus sentimientos con ellos y les manifiesta lo que Su corazón estaba padeciendo.

Este mismo ejemplo nos ayuda a entender lo siguiente:

“Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo.
Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero;
pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!”
Eclesiastés 4:9-10 (NBLA) 

La vida de un creyente está llena de promesas, de la misma forma en que hay promesas hay oposición del enemigo y batallas que pueden traer aflicciones a su vida. Dios conoce esto a la perfección y sabe que en nuestra vulnerabilidad humana necesitamos acompañamiento que traiga a nuestra vida fortaleza; ese acompañamiento lo encontramos antes que nada en Él y luego en las relaciones, pero no en cualquier relación.

De la misma manera en la que lo hizo Jesús, nosotros también debemos buscar el acompañamiento de personas que tengan un llamado, propósito y sentir espiritual común, de ese modo hallaremos consuelo aún en los momentos más difíciles y vulnerables.

 


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