Tampoco
dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe,
dando
gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso
para
hacer todo lo que había prometido.
Romanos
4:20-21 RV60
Cuando
conocemos a Dios aprendemos que caminar en fe significa muchas veces caminar
con los ojos cerrados y confiar en que Dios es quien nos lleva, también
significa actuar con la seguridad de que obtendremos grandes promesas o, que
simplemente debemos seguir esperando en una lucha, confiando en que Dios hará
un cambio. Como creyentes, hablar de la fe es algo que nos motiva mucho, pero
muchas veces en el momento en el que su medida es probada en nuestras vidas,
puede que no nos sintamos de la misma forma.
Las personas llegan a decir que la fe es una forma de evadir responsabilidades, que la gente que cree en Dios lo hace para darle a Él la obligación y no hacer nada al respecto, “quedarse de brazos cruzados”. ¿Por qué compartir este pensamiento? A partir de él podríamos preguntarnos ¿qué es la fe y por qué es importante? Para llegar a una respuesta, veremos el caso de una mujer de la Biblia.
Ana era una mujer casada que durante años tuvo el anhelo de quedar embarazada y no lo conseguía; un día, después de años de espera, cansada va al templo y en 1 Samuel 1:10 podemos ver que ahí lloró con gran amargura y oró a Dios para que le concediera tener un hijo. Ana estaba tan desesperada que cuando Elí la vio, pensó que estaba ebria y la confrontó, ante esto ella le dio a conocer que únicamente llegó a derramar su alma delante de Dios; al escucharla, Elí le dijo lo siguiente:
“Ve en
paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
Y ella
dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su
camino,
y comió,
y no estuvo más triste.”
1 Samuel
1:17-18 RV60
Ana es
un claro ejemplo de que cuando nuestra fe es probada, podemos llegar a
cansarnos. Sin embargo, es admirable ver cómo ella, a pesar de ello buscó la
presencia de Dios y se derramó delante de Él, de modo que permaneció creyendo
por su milagro. Cuando recibió Palabra del sacerdote su fe se evidenció, ya
que dejó su tristeza y comenzó a actuar diferente.
Tener fe no es fácil, porque como seres humanos es natural que confiemos o encontremos seguridad en lo real y lo tangible. Para nosotros puede ser más fácil buscar resolver un problema tomando acciones, porque eso de algún modo asegura nuestro control sobre la situación.
Cuando
hacemos nuestra voluntad, no solo estamos buscando un camino “seguro”, sino que
también demostramos que no creemos obtener respuesta de parte de Dios o en el
tiempo en el que nosotros lo esperamos.
Tener fe es un acto de valientes.
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