Más bien,
al hablar la verdad en amor,
creceremos
en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo,
Efesios
4:15
¡Hablar es un regalo! Hacerlo
de manera correcta y asertiva ayuda de muchas maneras, entre ellas a disminuir
el estrés, controlar el mal humor y aplicar la habilidad de enfrentar las
situaciones; nos da la posibilidad de expresar nuestro punto de vista, considerando
el de los demás. Es un privilegio que nos trae grandes beneficios, como mejorar
nuestra autoconfianza y nuestra autoestima, identificar y gestionar nuestros
sentimientos, ganar el respeto propio y el de los demás y tomar buenas
decisiones.
El proceso de lograr la comunicación
a través del lenguaje inicia desde que el ser humano nace y va desarrollándose
mientras se adquieren diversas habilidades, no tiene límite de edad, puede
evolucionar hasta el momento de la muerte. La lengua es el órgano muscular que
permite al humano relacionarse y expresarse, haciendo una conexión directa con
el cerebro, pero podríamos decir también, conectándose inevitablemente con el
corazón.
La Palabra nos dice en
Proverbios 18 que en la lengua hay poder de vida y muerte, tenemos la
capacidad a través de ella de bendecir o de maldecir, de edificar o de
destruir, de hablar verdad o mentira, de brindar alivio o desaliento.
La lengua
apacible es árbol de vida,
Pero la
perversidad en ella quebranta el espíritu.
Proverbios
15:4
La influencia de las
palabras que recibimos o que decimos es enorme, no solamente se reciben a
través del oído, sino a través del alma. Las palabras llenas de amor nos levantan,
nos animan y nos abrazan. En cambio, aquellas que van cargadas de rencor o
amargura tienen el efecto de lastimar lo profundo de nuestro ser. Todo depende
de aquello que anide en lo profundo del corazón que hable.
El hombre
bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno;
y el
hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo;
porque de
la abundancia del corazón habla su boca.
Lucas
6:45
La mejor
manera de conocer lo que hay en nuestro corazón,
es a
través de nuestra forma de expresarnos.
En un mundo donde abundan
las palabras obscenas y ofensivas, el engaño y la mentira, los hijos de Dios
tenemos el maravilloso privilegio de llevar sanidad y salvación a través de la
verdad, la que tenemos a través de Cristo, pues Él es la Verdad. Somos llamados
y desafiados a compartirla de todas las formas posibles, incluso sin pronunciar
palabra.
Y debemos hacerlo en
amor para crecer en Jesús como Su cuerpo, edificándonos unos a otros; pero
también para abrazar el corazón de los nuestros, para defender una causa justa,
para silenciar al engaño, para reprender la desobediencia, para exhortar al
caído, para sanar un alma herida, para traer de vuelta al que ha desviado su
camino, para mostrar la luz a un mundo que la urge.
Cuando
hablamos la Verdad en amor a nuestro corazón,
podemos
expresarla sin temor con nuestros labios a quien la necesite.
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