Vivimos en una sociedad saturada de estándares que intentan distorsionar
nuestra identidad y desviar nuestro propósito, imponiendo ideologías contrarias
a los valores de Dios. Un sistema totalmente dominado por el ladrón y padre de
la mentira que lo único que quiere es hurtar, matar y destruir (Juan 10:10).
En este contexto, es crucial que nos sumerjamos en el conocimiento de
nuestra identidad en Cristo y en nuestra pertenencia a Su Reino. Es urgente que
entendamos quiénes somos realmente para enfrentar la invasión de mentiras a la
que estamos expuestos diariamente.
Lo único que debe definir lo que somos y lo que hacemos es nuestra
identidad en Cristo. Esta identidad nos conecta con una nueva realidad: somos
llamados a ser piedras vivas.
“también ustedes,
como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual
para un sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios
por medio de Jesucristo”
1 Pedro 2:5 NBLA
Esto implica que hemos sido revestidos con la vida eterna de Cristo, que
estamos unidos a Él y que somos el templo espiritual de Dios, testigos de Su
gracia y poder en este mundo.
Ser piedras vivas es más que un estado pasivo, es una llamada a la
acción. Significa ser esas vidas que han sido separadas del pecado y
consagradas a Dios, reflejando Su carácter en cada aspecto de nuestra
existencia. Somos llamados a proclamar las maravillas y virtudes de Dios al
mundo que nos rodea, compartiendo el evangelio con valentía y mostrando Su amor
y gracia a los demás.
La identidad que tenemos como pueblo de Dios es única y privilegiada, así
lo muestra 1 Pedro 2:9
“Pero ustedes son
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido
para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel
que los llamó de
las tinieblas a Su luz admirable”.
En Cristo tenemos características específicas que deben reflejarse en
nuestra vida diaria, de manera que podamos distinguirnos del mundo y
glorifiquemos a nuestro Creador con cada acción.
En un mundo donde los retos y desafíos virales dominan las redes sociales
y los medios de comunicación, Dios nos presenta un reto aún mayor: vivir a
diario una vida que refleje nuestra identidad como Sus hijos y cumplir el
propósito para el cual hemos sido llamados.
Este reto va más allá de la vana popularidad en las redes sociales; se
trata de impactar el corazón de aquellos que nos rodean con la Verdad
transformadora del Evangelio.
Como piedras vivas, estamos llamados a marcar la diferencia y a no
dejarnos arrastrar por las corrientes del mundo. Recordemos que en Cristo
tenemos una identidad, una posición y un propósito que trasciende lo temporal.
Somos el reflejo de una eternidad en la que nuestra recompensa será mucho más
que un simple "like", será una corona incorruptible de Vida Eterna en
la presencia gloriosa de nuestro Señor Jesús.
Vivamos entonces, una vida consagrada y significativa en Cristo, marcando
la diferencia en un mundo que busca la aprobación superficial y temporal.
Que nuestras vidas sean testimonios vivos de la gracia y el poder transformador de nuestro Salvador, llevando luz y esperanza a un mundo que tanto lo necesita. Que nuestra identidad en Cristo resplandezca en medio de la oscuridad, iluminando el camino de aquellos que buscan la Verdad y la Vida Eterna.
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