Redención familiar

 


El libro de Rut comienza con una de las realidades más duras de la vida, la muerte. En su primer capítulo somos testigos de la trágica disolución de una familia de inmigrantes. Elimelec y Noemí junto con sus dos hijos partieron de su tierra israelita en busca de mejor porvenir en Moab, pero tristemente les sorprendió la muerte, dejando a Noemí viuda junto a dos viudas más.

 

Ya no había lazo tan estrecho, ni mucho que estas tres viudas pudieran hacer, por eso Noemí les pidió regresar con sus familias de origen, donde podrían encontrar lo que ella sola no podía ofrecerles.  La historia de la que una vez fue una familia estable y fructífera terminó de quebrarse cuando Orfa obedece a su suegra y regresa a su casa.

 

En este punto crítico de la historia con una profunda escasez, es donde, desde el hambre que retuerce las entrañas, brotan y se refuerzan los vínculos inquebrantables del amor y la lealtad dándole nacimiento a una nueva unidad familiar.

 

Pero Rut le respondió: “No insistas en que te deje o que deje de seguirte;

porque adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré.

Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.

Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada.

Así haga el Señor conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa”.

Rut 1:16-17 NBLA

 

Las palabras de Rut son una declaración de pertenencia dicha desde un estómago vacío, pero con la fuerza de un corazón decidido a amar sin esperar nada a cambio, por eso pesan tanto.

 

Inmediatamente llegadas a Belén, Rut encuentra su primer trabajo como recolectora de trigo y cebada en los campos de Booz responsabilizándose por su suegra. Ellas podían ampararse bajo la provisión que Dios les había preparado en la ley de Moisés, donde se les ordenó a los agricultores dejar parte de sus cosechas disponibles para que personas como Rut, extranjeras y pobres, pudieran recolectar para su sustento (Levítico 23:22).

 

En el campo de Booz, Rut fue acogida. Dios había planeado para ellas insertarlas dentro de una familia especial. Luego de todo un proceso legal que favorecía a estas dos mujeres, la historia nos narra que Booz termina redimiendo una propiedad perdida de Noemí y casándose con Rut. Dios bendijo a esta nueva familia con la llegada del bebé Obed, quien en el futuro se convertiría en el padre de Isaí y abuelo del rey David.

 

En Su diseño, Dios se había encargado de preparar el surgimiento de una familia como nido de protección, sostenimiento y educación de futuras generaciones, abriéndole el camino al Mesías. Mientras Dios tejía la historia más grande, la gente de Belén presenció la bondad de Dios en la historia visible.    

 

Este ha sido el plan de Dios desde el principio, unir hombres y mujeres que conformen familias que puedan sostenerse, albergarse, cubrir sus necesidades mutuas, multiplicarse y traspasar el conocimiento de Su bondad de generación en generación, hasta que cada rincón del planeta esté lleno del conocimiento del Señor como las aguas que cubren el mar (Habacuc 2:14).

 

Aunque el pecado sigue fragmentando la célula vital de nuestra sociedad, divorciando matrimonios, redefiniendo roles a su antojo, propagando el abuso y aborto de padres hacia hijos y el odio de hijos hacia padres, Su propósito sigue vigente en Cristo.

 

Dios en Cristo sigue reconciliando nuestras familias, de la misma manera que Booz -tipo de Cristo- redimió una familia fracturada por el dolor y la escasez; cualquier familia que se ampara bajo la sangre de Cristo, sombra del Omnipotente, encontrará redención, sanidad, nutrición y desarrollo para la gloria de Dios.

 

“Entonces Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo”.

Rut 4:16 NBLA




0 Comments