En busca de la aprobación

 


Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1

 

Es común buscar la aprobación en la escuela, con los amigos, con la Iglesia, padres, en redes sociales; el no tenerla produce una falta de paz. Vivir con esa presión nos puede llevar a creer también que “necesito la aprobación de Dios para ser llamado Su hijo”. No solo quita el sueño, sino quita el aliento.

 

No se trata de ejercer las disciplinas espirituales creyendo ser así aprobados. El tener esa paz que necesitamos, solo es mediante comprender el sacrificio de Cristo y que sólo por Él somos justificados.

 

Él es el medio y la respuesta a esta “necesidad de aprobación”. Si confesamos con nuestra boca que Jesús es El Señor y creemos en el corazón que se levantó de entre los muertos, seremos salvos (Romanos 10:9-13). La pregunta es ¿de qué seremos salvos? Nuestra naturaleza es buscar la aprobación y a la vez justificarnos, enojarnos por las críticas o vivir en el Yo soy así.

 

Somos pecadores y eso nos lleva a una condenación eterna. Pero Dios mostró Su amor a través de Cristo y pagó el precio (Romanos 5:8). Sólo podemos ser justificados mediante la fe de Jesucristo (Gálatas 2:16). Y una vez que somos justificados y tenemos salvación, ¿qué debemos hacer? Debemos cuidar este regalo; la voluntad de amor que Dios tiene para Sus hijos es la santificación (1 Tesalonicenses 4:3).

 

Esto puede sonar muy complicado y podría hacernos entrar al mismo ciclo de buscar la aprobación de Dios para ser más amados. Quitémonos ese peso de encima recordando Su vida, muerte y resurrección, ¿necesitamos más prueba de amor? Aún así, es imperativo tener conciencia de nuestros actos y responsabilidad ante Él.

 

En este amor, aún añadimos más gracia: No estamos solos, ¡tenemos al Espíritu Santo! Quien nos recuerda Su Palabra para vivir una vida con un rumbo diferente. Ya no con actos ni pensamientos de un camino de muerte, sino con vidas apartadas para Él (Hebreos 10:14-19).

 

Tal y como los viajeros tenían mapas o nosotros tenemos Google Maps, la dirección en este Camino de Verdad y Vida (Jesús) está en las Escrituras. Entonces, al comprender que somos justificados por Él, en respuesta a este amor, debemos hacer de las disciplinas espirituales como leer la Palabra, platicar con Él o congregarnos con otros creyentes, una forma de vida en este proceso de santificación.

 

Las Escrituras nos enseñan la meta, los obstáculos y todo; nos redarguyen cuando nos estamos desviando; corrigen nuestros pasos para instruirnos en Su justicia, recordándonos una y otra vez que no somos justificados por nosotros mismos, sino a través de Su gracia y todo esto, para cumplir la voluntad de Dios, que seamos aptos para toda buena obra. Sólo en el Espíritu de Dios podremos lograrlo (2 Timoteo 3:16,17).

 

En el libro de El sobrino del mago, de la saga Las Crónicas de Narnia, encontré esta frase: “Aslan alzó la peluda cabeza, abrió la boca, y profirió una única y prolongada nota; no muy fuerte, pero llena de poder. A Polly le dio un vuelco el corazón al oírla. Estaba segura de que se trataba de una llamada, y de que cualquiera que oyera aquella llamada querría obedecerla y, lo que es más, sería capaz de hacerlo, por muchos mundos y eras que mediaran”

 

No nos desgastemos en buscar Su aprobación, descansemos en Su amor, Salvación y en el obedecerle, que mediante el Espíritu Santo tenemos la capacidad de vivir en santidad. ¿Qué diremos a este llamado?




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