Él te ha declarado, oh hombre,
lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti,
sino solo practicar la
justicia, amar la misericordia y andar humildemente con tu Dios?
Miqueas 6:8 NBLA
Pensar en fidelidad quizá es
una utopía en esta tierra. Todos hemos pasado por situaciones complicadas con
familiares, amigos, en el trabajo, con el gobierno y todo, por el hecho de
confiar. Probablemente hoy desconfiamos de todos, con un “justificado” miedo,
reproche, falta de respeto o incluso, hemos roto relaciones. No ignoremos que muchas
veces nosotros estamos del lado de los que fallan y eso nos lleva a una ciega
arrogancia, desfachatez o a no tomar a nadie en serio.
En nuestra humanidad, pensar en
fidelidad tiene un límite. A nadie le gusta vivir siendo el único en perdonar y
soportar. Pero al pensar en la fidelidad de Dios, al saber que es eterno y es
amor sin límite, ahí es donde queremos prórroga tras prórroga y gracia sobre
gracia.
Este artículo es para exaltar la
fidelidad de Dios, de que sí hay gracia sobre gracia, a pesar de que sí hay un
juicio. Tenemos confianza de poder acercarnos a Él, pero, ¿cómo lo estamos haciendo?
Honestamente, si yo fuera “dios”, no tendría misericordia de alguien como yo.
Al hablar de la fidelidad de
Dios, esta es Su Palabra y Su esencia. Él es fiel a sí mismo (2 Timoteo 2:13) y,
como Miqueas dice: ´Su mayor placer es amar´ (Miqueas 8:18). No es cuestionable
Su amor y misericordia, pero sí las intenciones de nuestro corazón: ¿Cómo me
estoy acercando a Él? ¿A quién estoy sirviendo? ¿A mis propios deseos, a mi
egoísmo, a mi pecado, a mis emociones?
Creo que a veces existe el
genuino anhelo de ser fiel al Señor, pero también hay una lucha constante, en
la cual no debemos justificarnos pensando “así soy, soy humano”. Debemos más
bien, recordar y ver a Cristo como Maestro, quien enseña Su fidelidad y, a
través de seguirlo, nos da una nueva naturaleza (Colosenses 3:10) donde es una
realidad el poder ser como Él.
Probablemente hemos escuchado
canciones que dicen que no tenemos nada para darle y ciertamente ¿qué le
podríamos ofrecer al Dios del universo? Él mismo nos dice:
Él te ha declarado, oh hombre,
lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti,
sino solo practicar la
justicia, amar la misericordia y andar humildemente con tu Dios?
Miqueas 6:8 NBLA
No sólo lo pide, lo demanda. No
porque Él necesite de nosotros, sino más bien porque el seguir esta demanda, es
parte de Su fidelidad a nosotros, pues sabe lo que nos conviene.
¿Cómo hacer real Miqueas 6:8?
Busquemos Su rostro, arrepintámonos de nuestros malos caminos. Meditemos en Su
Palabra de día y noche. Mantengamos una vida de oración y ayuno. Busquemos
mentores y amigos que nos adviertan cuando estemos en caminos que llevan a la
muerte. Seamos conscientes de Su fidelidad para así corresponderle.
La fe con la que agradamos a
Dios (Hebreos 11:6) no es sólo para el comenzar de una vida cristiana, sino vivir
una que permanece buscando agradarle. C. Spurgeon decía "Mi fe no descansa en lo
que soy, seré, siento o conozco, sino en lo que Cristo es, lo que ha hecho, y
lo que está ahora haciendo por mí".
Así que, descansemos en Su
fidelidad, para agradarle con nuestra fe.
0 Comments