La espera nunca es fácil. ¿Alguna
vez has escuchado eso de que “la espera desespera”? Pues, es cierto. Nos gusta
tener todo bajo control, saber qué va a pasar y, cuando las cosas no van como
queremos, la ansiedad hace de las suyas.
Hace unos días estuve bajo mucho
estrés emocional. Estoy esperando el resultado de una biopsia, antes e ir a
buscarlo, mi cuerpo empezó a reaccionar: se me alteró la presión arterial, mi
ánimo decayó y mi mente se inquietó. ¿Qué estaba sucediendo internamente? A
pesar de que mi mente me recordaba que debía confiar en Dios, la preocupación
me estaba ganando. En lugar de depender de Él, me estaba enfocando en un
resultado médico. La realidad es que los resultados aún no estaban listos, y
por ahora, me toca seguir esperando. Pero aquí está la gran pregunta: ¿cómo
elijo esperar ese tiempo?
Ester se enfrentaba a una
situación de alto riesgo, creo que por un momento también sintió ese susto en el
corazón. Pero de ella aprendemos una cosa: dependencia de Dios.
¿Qué es la dependencia? Su raíz
latina, dependere significa colgar de, estar sujeto a. Basado en esto
podemos definir la dependencia como:
● Estar bajo la protección y la
autoridad de una persona
● Necesitar de algo o de alguien
para poder subsistir
● Una persona dependiente es
quien necesita de la ayuda, del soporte y cuidado de alguien más.
Para el mundo actual, donde lo
que reina es la autosuficiencia, el empoderamiento y el orgullo, este concepto
es sinónimo de debilidad y flaqueza. Lo cierto es que, si nos llamamos hijos de
Dios, si somos realmente cristianos, nuestra vida debe depender todo el tiempo
y en todo lugar de Él.
Eso fue lo que hizo Ester, no se
creyó autosuficiente, tampoco dejó que el temor y la angustia la agobiara, al
contrario, reconoció que necesitaba ayuda y protección; así que,
intencionalmente corrió a la fuente de su fortaleza, sabiduría y confianza,
estuvo a solas con Dios derramando su corazón ante Él. Este tiempo a solas con
Dios hace la diferencia en nuestro corazón y en el corazón de los que nos
rodean, mucho más cuando nos enfrentamos a situaciones de gran alarma y
tensión.
Por otro lado, tenemos a Amán, el
funcionario malvado de la historia. Este nos enseña, aunque por el lado
negativo, lo frágil de la autosuficiencia y lo desastroso que es poner nuestra
confianza y depender de cosas que son temporales. ¿De qué o quién estás dependiendo?
Otro personaje importante en esta
historia es Mardoqueo, quien también nos enseña sobre la fidelidad y la
dependencia. Un hombre que pudo haber tomado venganza, pero no lo hizo. Se
mantuvo firme, confiando en Dios. ¿Qué haces cuando enfrentas momentos de
tensión?
La Biblia nos recuerda:
Proverbios 3:5-6
"Confía en el
Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento;
reconócelo en todos
tus caminos, y él allanará tus sendas".
Dios nos pide que soltemos el
control, que confiemos en Él incluso cuando no entendemos el proceso, que
reconozcamos que nuestras fuerzas no son suficientes, que lo necesitamos.
No dejes que tu mente sea
influenciada por la autosuficiencia, no creas la mentira de que no necesitas
ayuda, que tus fuerzas son suficientes, porque no es así. Ester no solo
entendía que Dios tenía el control, sino que confiaba profundamente en que Él
la sostenía en cada paso. Esa confianza la llevó a actuar con valentía y
esperanza. Y lo mismo pasa con nosotros cuando ponemos nuestra fe en Él.
Vivamos una vida
dependiente de Dios a través de la oración, la adoración
y la meditación en Su
Palabra.
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