Podemos meditar en la
permanencia en Él, en ir más profundo en nuestra relación con Él, poder
preguntarle ¿cómo Señor? Este es un tema para meditar cada día, no es solo una
vez y ya, la permanencia es un proceso diario para toda la vida.
Cuando queremos cultivar
una relación con una persona es necesario conocerla, pasar tiempo juntos,
conocer sus virtudes, defectos, gustos, su familia, de esto depende que tan
estrecho serán los lazos que formemos. De la misma forma con Cristo.
Para permanecer en Cristo
es necesario crecer en conocimiento, conocer quién es Él, cuáles son Sus
atributos, cómo es Su corazón, cuál es Su plan, qué quiere de nosotros,
reconocer quienes somos nosotros en Él, nuestra condición delante de Él.
Mientras más lo conozcamos, mientras más tiempo pasemos con Él, más estrecha
será nuestra relación y podremos experimentar Su presencia, Su bondad y Sus
bendiciones.
¿Cómo conocer a Jesús? A
través de Su Palabra. En las Escrituras encontramos la revelación del corazón
de Dios, pero debemos acercarnos a ella no como si fuera un libro más, sino
reconociendo que tiene el poder para transformar nuestra mente y corazón. Cuando
esa Palabra habita en nosotros, moldea nuestros pensamientos, deseos y
decisiones, alineando nuestra voluntad con la Suya.
“Permanecer en Cristo significa mantener un
hábito de comunión constante con Él: apoyarnos siempre en Él, descansar en Él,
derramar nuestro corazón ante Él y transformarlo en nuestra fuente de vida y
fortaleza, como nuestro principal compañero y mejor amigo. Tener Sus palabras
morando en nosotros implica mantener Sus dichos y Sus preceptos continuamente
en nuestra memoria y nuestra mente, y transformarlos en la guía para nuestras
acciones y en lo que impulse nuestra conducta diaria.” J. C. Ryle
El Salmo 119:11 nos llama
a guardar y atesorar una sola cosa en nuestro corazón: la Palabra de Dios. Ella
es un tesoro de incalculable valor, sobre el cual debe girar nuestra vida.
¿Estamos protegiendo, recordando, priorizando la Palabra de Dios y permitiendo
que influya en nuestra vida diaria?
Más adelante en los vv.
15-16 el salmista también declara que meditará en los preceptos de Dios, se
deleitará en ellos y no los olvidará. Esto nos invita a una reflexión profunda
centrada en Dios, llenando nuestra mente con Su verdad, considerando Sus caminos
y permitiendo que esa verdad nos transforme. ¿Qué tanto estamos deteniendo
nuestros pensamientos para considerar quién es Dios y qué ha dicho?
Muchos libros pueden
motivarte a realizar cambios en tu vida y puede que los implementes y te
funcione por algún tiempo… hasta que necesites más. Pero no hay libro como la Biblia, con tanta influencia y poder de cambiar tu
vida de manera permanente. Es por eso que Jesús nos invita a permanecer en
Él y Su palabra, esa Palabra que fue inspirada por Dios mismo, una palabra que
no sólo motiva, inspira, sino que enseña, corrige, transforma y guía hacia todo
lo que es bueno y necesitamos.
Hoy más que nunca,
vivimos rodeados de ideas, filosofías, creencias que suenan lindas, pero están
lejos de la verdad. Todo nos invita a mirar hacia adentro, a seguir nuestro
corazón, a buscar "nuestra verdad", pero en medio de tanto ruido,
solo hay una voz que realmente trae vida, dirección y paz: la de Jesús.
Permanecer en Él y en Su Palabra no es una
opción para los tiempos que vivimos, es una necesidad urgente. No te conformes con una fe superficial. Ve
más profundo. Conócelo más. Llena tu mente y corazón con Su Palabra. Permanece
en Jesús… y deja que Su Palabra permanezca en ti.
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